Thursday, December 15, 2016

¡Partido Liberal Mexicano!





“No hablo del partido liberal de Juárez. No hablo de un partido liberal almacén de odios, resentimientos, envidias y sediento de venganza. Hablo de un liberalismo con rostro similar al descrito por Juan Pablo II cuando rindiera tributo a la modernidad, su desarrollo para comprender la dignidad del individuo y su libertad.”

RICARDO VALENZUELA
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Anoche, luego de un extenuante día de amenazas en diarios, TV, emails anunciando el fin del mundo, me planto frente a mi computadora para, atrapado por el temor, iniciar el tecleado. Pero antes, enciendo mi TV para encontrar una obra de arte periodística producto de ese gran comunicador, John Stossel. El tema era el riesgo en que vivimos. De forma genial, Stossel procede a derrumbar las falacias que hoy día nos provocan vivir en estado de pánico permanente.

 
Desde el derretimiento de los polos, la amenaza terrorista, la economía mundial, accidentes, tumores cerebrales producto del uso de celulares, etc., con elementos profesionales procede a destruirlos para dejarnos un inspirador mensaje: Los seres humanos somos benditos al estar viviendo una era de increíbles avances. Pienso entonces en el admirado Bob Bartley y su despedida: “El Optimismo Paga”. Al finalizar el programa, regreso a mi computadora armado con otra actitud.

México, México ¿Qué pasa contigo? La reciente elección de los “nuevos” líderes del otrora invencible PRI, marca una tendencia clara y, cayendo al oscuro pozo señalado por Stossel, “sumamente amenazante.” Desde el inicio de la contienda los aspirantes al papado de la iglesia Callista, lejos de proyectar alguna señal de mutación, no sólo expedían olor alcanforado, la misma figura de los contendientes nos transportaba a la época dorada de El Alazán Tostado.

Después de una humillante derrota en la contienda presidencial, cuando la lógica llama a la introspección detectando las causas de su fracaso. Ante un panorama muy distinto al cuadrilátero en que nunca permitían escalara un retador; pero además, frente cualquier eventualidad, el juez inapelable listo para dictar sentencia favorable, con ciega torpeza reaccionan regresando a sus orígenes para repetir la misma receta.

Me recuerdan al terco agricultor de Caborca quien, ya quebrado insiste en seguir plantando lo que provocó su estado, trigo. Cuando le preguntan ¿por qué trigo? responde sabiamente: “Porque es con lo que se pierde menos.”

Regresan al camino que los extraviara para iniciar la descomposición de todos los cadáveres. Si alguna duda hubiere, la nueva matrona la disipa afirmando el regreso a su tradicional izquierda con la que casi destruyeran el país bajo su dictadura perfecta. Presentan su plan de operaciones y lo describe brillantemente el caricaturista Calderón cuando, dibujando una fornida matrona que, cual experto mecánico, se da a la tarea de unificar las piezas de tremendos esqueletos prehistóricos que distinguieron al partido.

En el campo del ahora partido en el poder, PAN, como lo señala el periodista Ramón Alberto Garza, se ha iniciado una peligrosa guerra santa entre dos congregaciones. Una encabezada por el presidente del partido, Manuel Espino, representando los embates de la Organización Demócrata Cristiana de América Latina. La otra encabezada por el presidente Calderón, impulsada con el combustible de la Fundación alemana Konrad Adenauer, heredera de la Sociedad Política Demócrata Cristiana.

Lo preocupante de esta confrontación no es el desacuerdo de las dos falanges que predican el mismo evangelio. Lo preocupante es precisamente su evangelio: Una intoxicante mezcla de religión y la política. Hace años, la metamorfosis de Europa hacia ese pálido rostro de su democracia social que provocara Euroesclerosis, se identificaba con los partidos portando nombres con etiqueta social. Pero esa identificación se ha transferido a los que ahora portan la etiqueta cristiana.

Esta confrontación entre los dos ejércitos portando las mismas ideas, se libra en ese viejo campo de batalla donde se lucha por un solo producto: poder. Ante los ojos de un fino observador, al analizar los dos partidos (el PRD no amerita el espacio), emerge un menú ofertando las grasosas gorditas de la matrona; Echeverriísmo Siglo XXI, o, el enchilado tamal de la doctrina cristiana con raíces de la encíclica Rerum Novarum producto del papa de la política, León XIII.

Siendo así, me parece la única diferencia entre la oferta de la matrona y la de los modernos cruzados, es simplemente el que la segunda emerja llena de bendiciones y acompañada de la gracia divina para seguir cargando la cruz en este Valle de Lagrimas. Parece disiparse la esperanza de un PAN portando la “verdadera” estafeta liberal.

Al finalizar la lectura de la obra de Catón, entiendo su señalamiento, si no muy claro, urgente. La imperiosa necesidad de una oposición política de un sabio contenido híbrido. Las posiciones de conservadores como Miramón y liberales estilo Guillermo Prieto que, al proceder a su disección, muestran el verdadero liberalismo y no su aborto; el Neoliberalismo, señalan la ruta. México no requiere desenterrar a los hermanos Flores Magónni a los santos barones de la Santa Inquisición. México requiere de un verdadero partido liberal.

Pero no hablo del partido liberal de Juárez que, aparentemente, lo único liberal que exhibía eran las escapadas nocturnas de don Benito aledañas a Palacio. No hablo de un partido liberal almacén de odios, resentimientos, envidias y sediento de venganza. Hablo de un liberalismo con rostro similar al descrito por Juan Pablo II cuando rindiera tributo a la modernidad, su desarrollo para comprender la dignidad del individuo y su libertad. Cuando conciliara un concepto de libertad, percibido anticlerical, logrando fincar la idea del individuo libre, en el rico suelo de la verdad cristiana de la que se había desarraigado. El hijo pródigo.

En una sociedad democrática liberal, los ciudadanos no deben pedir al estado que confiese el señorío de Dios. Su demanda debe ser que respete el hecho de que la mayoría de sus ciudadanos confiesa el señorío de su Dios y no interfiera.

Juan Pablo insistía en los límites de la política. El peligro “es que la política se convierta en una religión secular bajo la ilusión de crear un paraíso en este mundo, y lo que hemos creado es un infierno terrenal.” “El poder de la gracia penetra el orden político, cuando los laicos merecedores toman la responsabilidad pública, pero no puede pretenderse que las políticas de este mundo vayan a crear el justo orden divino.” Juan Pablo II declaraba que "el individuo y la familia son anteriores al estado". El estado existe para servir y proteger al individuo y a las instituciones.

Cuando observamos las depredaciones de nuestras circunstancias, resulta tentador buscar responsable y demonizar al liberalismo. Pero el liberalismo es libertad, y lo que hagamos con ella se carga a nuestra cuenta. Hubo un experimento liberal que alguna vez exaltó al espíritu humano, y pudiera hacerlo nuevamente, Centesimus Annus nos invitaba a reapropiarnos la tradición y reconstruirla. Pero México no parece escuchar al Papa que tanto lo amó. ¡México necesita un partido liberal!

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