Monday, June 20, 2016

La “lógica inversa” de Obama frente a Cuba

Para certificar que nada en la forma de gobernar ha cambiado o cambiará, el último día del Congreso, Fidel Castro hizo una fantasmal aparición para respaldar a su hermano

(Youtube) Obama
Si queremos encontrar la verdad en el debate de la política hacia Cuba, debe desecharse el argumento de lógica inversa sobre el “fracaso de la vieja política”. (Youtube)
El argumento ha sido repetido hasta la nausea: la política de sanciones a Cuba durante 55 años fracasó en cambiar la naturaleza del régimen cubano, por lo que era necesario un nuevo enfoque. En su discurso del 17 de diciembre de 2014, anunciando la nueva política hacia Cuba, el presidente Obama repitió variaciones del concepto “fracaso de política” ocho veces.
Los partidarios del enfoque de compromiso del presidente repiten continuamente el argumento del fracaso. En filosofía y lógica eso se llama “argumentar por repetición”, que busca demostrar repitiendo aseveraciones.



El planteamiento central, por supuesto, es empíricamente cierto: las sanciones económicas fracasaron en cambiar la naturaleza totalitaria del régimen cubano. Pero entonces el argumento del fracaso se vuelve erístico o “lógica inversa” (Anti-Logic). Platón definía el término “erístico” como buscar la victoria en la discusión sin preocuparse por la verdad, y Schopenhauer afirmaba que los argumentos erísticos no buscaban la verdad objetiva, sino solamente una apariencia de verdad. Argumentar erísticamente es hacerlo por la victoria retórica, sin preocuparse por la verdad. En filosofía, la “lógica inversa” o argumentación erística se utiliza para silenciar a un oponente haciendo que su posición parezca contradictoria.
Si queremos encontrar la verdad en el debate de la política hacia Cuba, debe desecharse el argumento de lógica inversa sobre el “fracaso de la vieja política” que el presidente y sus partidarios invocan repetidamente.
Como el presidente afirma, las sanciones económicas fracasaron en cambiar la naturaleza del sistema de Gobierno cubano, y el régimen totalitario de Cuba se mantiene. Entonces, por la lógica del presidente, una política efectiva tendría que ser una que tuviera éxito desmantelando el totalitarismo cubano. En la fórmula del presidente, la medida de una política exitosa es si el régimen de Castro sobrevive o no.
Se desprende entonces que él espera que su nueva política hacia Cuba funcione. Es decir, el compromiso diplomático, acabar con las sanciones económicas y hacer concesiones, son pasos dirigidos a derribar el régimen castrista. Esta lógica está implícita en las declaraciones sobre el fracaso de la vieja política y el éxito esperado de la nueva.
En el ámbito de la lógica, el presidente no puede evitar sostener que su nueva política apunta a cambiar la naturaleza del régimen cubano, dado que él ha desechado la vieja política sobre la base de que falló en lograrlo. Si el objetivo no es cambiar la naturaleza totalitaria del régimen, entonces necesariamente sería una política que favorece al régimen cubano en alguna dimensión. Además, a menos que el presidente y sus simpatizantes crean que esta estratagema ha escapado la atención del régimen de Castro, podemos asumir que el General Castro considera la nueva política como una que aspira a terminar con su régimen.
Esto plantea una cuestión que expone la falacia de la lógica del presidente: por qué el régimen de Castro estaría de acuerdo con una nueva política diseñada para su propia desaparición. El clan Castro no es suicida. Ellos sólo avanzarían con cambios que puedan manejar para su beneficio, y nada más. Entonces, las reformas de mercado serán firmemente restringidas para no perder el control. Este es el mensaje inequívoco del VII Congreso del Partido Comunista cubano en abril de 2016, en el cual el liderazgo cubano denunció virulentamente el enfoque de Obama.
El Ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, fue explícito: el reciente viaje del presidente Obama fue, al menos en parte, “un profundo ataque contra nuestras ideas, nuestra cultura y nuestros símbolos”. Y el General Raúl Castro se refirió a Estados Unidos como “el enemigo”, declarando que “solamente han cambiado los métodos de EE.UU., no sus objetivos”.
Y, para certificar que nada en la forma de gobernar ha cambiado o cambiará, el último día del Congreso, Fidel Castro hizo una fantasmal aparición estilo Deus ex Machina de las  tragedias griega antiguas, respaldando la gestión de Gobierno de su hermano.
El infortunio lógico-inverso de la errónea nueva política EE.UU.-Cuba no es solamente que no tendrá éxito terminando con el régimen dictatorial. La tragedia es que alineándose con la opresión y no con la libertad, esa política ha desarticulado las esperanzas de libertad para una nueva generación de cubanos.

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