Saturday, December 17, 2016

El capital de las naciones





“Los activos más importantes de los países son aquellos invisibles que representa su capital humano y sus instituciones.”

RICARDO VALENZUELA
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Hace más de quince años los Estados Unidos transitaban un doloroso periodo en el cual, se ponía a prueba el verdadero material de su tejido social. Los ataques terroristas de aquel 2001, habían profundizado una incipiente recesión que se antojaba pasajera. Pero aquel día, 11 de Septiembre, cuando millones alrededor del mundo atestiguaron con horror, las naves secuestradas penetrar el corazón del Centro Financiero del país, EU era gravemente herido y el mundo había cambiado.


 
Uno de esos dardos al corazón de EU, provocaba el agravamiento de una recesión ya iniciada y magnificada por el temeroso comportamiento del consumidor, quien ahora llevaba sobre sus espaldas ese miedo para salir a los centros comerciales, o las empresas su temor para invertir en nuevos proyectos. El fenómeno se complicaba en una economía globalizada que ya experimentaba el efecto dominó, recorriendo el mundo en una cascada de extinción de activos, valores, ilusiones, sueños y realidades.
Durante el Siglo XIX, John Stuart Mill abordó el tema de recuperación de países ante los desastres naturales, militares o políticos. Mill afirmaba que las naciones se pueden rehabilitar con cierta facilidad, si cuentan con dos elementos fundamentales: El conocimiento y las habilidades de sus habitantes, los motores básicos del desarrollo económico. Los EU, indiscutiblemente mantenían ambos representados por su valioso capital humano, lo que sugería el ataque no debía ser un apocalipsis económico en el mediano y largo plazo.
La destrucción de las torres gemelas se estimaba entre 4 a 5 billones de dólares. La pérdida de activos de empresas localizadas en las torres y el costo de limpia del lugar, se estimó en otros 10 billones de dólares. Incluyendo el daño a los edificios contiguos, al Pentágono, los aviones destruidos, y la pérdida de la capacidad productiva de los masacrados en la tragedia, elevaba el costo a un estimado de 60 billones de dólares. Sin duda una gran pérdida, pero no tan grande comparada con los activos totales del país, y el valor de los estadounidenses ante la adversidad.
En 1995 la ciudad de Kobe en Japón, fue víctima de un terremoto que destruyó más de 100,000 edificios y dejó a cientos de miles de sus ciudadanos sin hogar. Cerca de 10,000 personas fallecieron en tal desastre. Las pérdidas de la tragedia se estimaron en 115 billones de dólares—más del 2% del PIB de Japón en esos momentos. Sin embargo, a los japoneses les tomó solo poco más de un par de años para regresar a la normalidad, y el PIB de Kobe se ubicara de nuevo a los niveles anteriores al desastre. Esta destrucción para Japón representaba un problema cuatro veces mayor que el que los EU enfrentaba en aquellos momentos.
En ese contexto, el problema no debía ser el vía crucis que tanto cantaban los enemigos de EU. El país contaba con las herramientas para hacer frente a esa problemática consecuencia de la tragedia. “Sus activos visibles e invisibles”.
Los activos más importantes de los países, como lo señalara Gary Becker, premio Nobel de economía, son aquellos invisibles que representa su capital humano y sus instituciones. Si Europa y Japón no contaran con ese capital invisible, hubiera sido imposible que se levantaran del camposanto que les heredaba la Segunda Guerra Mundial. China y la India no estarían en estos momentos abandonando el infierno socialista, abrazando los mercados libres y rescatando cada año millones de sus ciudadanos de la miseria del siglo pasado y apuntando hacia la grandeza.
Ronald Bailey, académico del Cato Institute informa:
“El Banco Mundial se propuso determinar las contribuciones de los diferentes capitales al desarrollo de los países. Su estudio, Where is the Wealth of Nations: Measuring Capital for the 21st Century, inicia definiendo al capital natural como la suma de los recursos no renovables (incluyendo al petróleo, el gas natural, el carbón y los recursos minerales), la tierra arable, la tierra apta para cría de ganado, los bosques y las áreas protegidas. Luego el capital construido: la suma del valor de maquinaria, equipos, y las estructuras, incluyendo la infraestructura, y la tierra urbana”.
El resto de la riqueza está constituida por factores “intangibles” —tales como habilidades de su gente, la confianza entre las personas en el contorno de una sociedad, un sistema judicial eficiente, respeto a los derechos de propiedad y un gobierno efectivo. Este capital intangible aumenta la productividad del trabajo, ello provoca la creación de riqueza y niveles de vida más altos para todos. El capital humano y el valor de las instituciones —en especial el Estado de Derecho— constituyen la porción más grande de la riqueza en todos los países del mundo.
“Los países ricos lo son gracias al conocimiento y las habilidades de su población, así como la calidad de las instituciones que apoyan la actividad económica”. Las famosas “reglas” de las que tanto habla Paul Romer.
De acuerdo con el análisis de los economistas del Banco Mundial, el Estado de Derecho representa el 57% de ese capital intangible. La educación representa el 36%. Sin ellos, navegamos sin brújula y sin mapa. Países con grandes recursos, pero sin “reglas” y con una mala educación, como Venezuela, fracasan. Viceversa, países sin recursos —capital natural— pero con “reglas” y buena educación, como Japón y Corea del Sur, escalan la montaña del Olimpo.
Midiendo los diferentes tipos de capital.
En E.U., el capital natural es de $15.000 por persona, el capital producido es de $80.000 y el capital intangible es de $418.000. Ahora, considerando la medida común para comparar países, su ingreso per cápita anual ajustado al poder de compra, es de $48.800. En contraste, México, rico en petróleo, tiene un capital natural por persona de $8.500, $19.000 en capital producido y $34.500 en capital intangible —un total de $62.000 por persona. Aun así su PIB per cápita es solo de $10.700.

El economista del Cato Institute, Alex Nowrasteh, pregunta y él mismo responde “¿Cuál es la manera más rápida de incrementar la riqueza de una nación? Aumentando la inmigración de personas preparadas”.
“El valor actual del capital físico de E.U, como las fábricas y edificios, es de alrededor de $45 trillones. Pero el valor de su capital humano es 16 veces mayor a eso —alrededor de $740 trillones. La inmigración agrega capital humano a E.U. de forma muy barata”. El caso clásico sería el genio alemán, Wernher Von Braun, el padre del programa espacial de los EU, importado de la Alemania Nazi, o un Sergei Brin, fundador de Google e importado de Rusia.
Dicho esto ¿Cómo podemos esperar que México progrese en las condiciones que se encuentran nuestras instituciones y, en especial, la educación? Un país con un sistema judicial corrupto y, por lo mismo, un estado de derecho en harapos. Un gobierno no solo ineficiente, sino intrusivo y corrupto. Y lo más triste, un sistema educativo en manos de cavernícolas delincuentes. Espero respuestas

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