Saturday, December 17, 2016

El muro de los salarios





“El crecimiento sólo se dará cuando el gobierno abandone su nefasta intervención en la economía, para que los mercados decidan, a través de los precios libres, la mejor forma para llevar a cabo las asignaciones de trabajo, capital y demás medios de producción.”


RICARDO VALENZUELA
Image result for cattle ranches in california
Frente a la controversia provocada por Donald Trump en su cruzada para construir una muralla entre nuestros países, es importante analizar las raíces de la problemática que la provoca; “La invasión ilegal de migrantes mexicanos” y, según Trump, “sus horribles consecuencias”.
Tenemos en el sur un país con una economía raquítica y patuleca. En el norte otro que ha desarrollado la economía más grande del mundo. Cuando un aspirante a indocumentado llega a la frontera, piensa: “Si puedo cruzar esa línea, mis ingresos serán 15 veces superiores al sueldo de hambre que devengo en estos momentos”. Pongamos atención a la definición del problema; “la diferencia en los ingresos de trabajadores de ambos países”.
Pero en el país del norte existe una problemática similar. 


 
Mientras EEUU presume la democracia e igualdad de derechos, cada día viajan hacia un limbo en el cual permiten que las decisiones, públicas y privadas, sean determinadas por una plebe pendenciera. Es el caso de sus avanzadas exigiendo aumentos del salario mínimo que permita “vivir con dignidad”. Los empresarios responden; “buscamos trabajadores no dependientes”. La teoría del valor esgrimida por Marx seguía esa misma trayectoria: “Material, lo que cueste, gastos de fabricación, los que se devenguen, mano de obra, lo que necesite el obrero para vivir con dignidad”.
En todo el país atestiguamos multitudes exigiendo que el gobierno legisle por un salario mínimo de $15 dólares la hora. Es cuando el mercado se archiva para dar vida a una economía cuyas políticas son establecidas por la plebe. Ante estas avanzadas barbáricas, se pierde el concepto económico de pago por el verdadero valor del trabajo productivo. Esas mismas multitudes ferozmente se oponen a la infiltración de “indocumentados” puesto que abaratan su producto; trabajo.
Hace unas semanas un conocido empresario proponía un aumento agresivo de salarios, vía legislación, para resolver todos los problemas de México y evitar que la gente emigre a EEUU y afirmaba:
“Cualquier paisano en EEUU percibe un ingreso doce veces mayor. Pero en nuestro país, los salarios injustos continúan promoviendo una explotación prohijada desde el gobierno y aprovechada por los “empresarios” seudo salvadores de México. Sobre los hombros de los trabajadores se ha cargado la responsabilidad del crecimiento y la inflación. So pretexto de controlar la inflación, no se aumentan los salarios sin permitir a los mexicanos llevar una “vida digna”, como manda nuestra Constitución.”
“Una manera adecuada de hacerlo sería obligando a las empresas a incrementar los salarios atendiendo al monto de sus utilidades, es decir, las más exitosas pagarían mayores incrementos anuales o semestrales hasta lograr un aumento global predeterminado, de tal magnitud que permita esa “vida digna” a que todos tenemos derecho”.
Pero ahora hablemos de economía.
La vieja competencia perfecta se estructuraba con las ideas de un mercado “afinado” en el cual los gobiernos actuaban como mecánicos y, así, oferta y demanda marcharían en una armoniosa danza para encontrarse en una parte de la curva como dos enamorados, y, en ese equilibrio, ya no habría sobrantes ni faltantes para vivir eternamente en un romance económico. El gobierno mecánico establecía las reglas y los precios de los elementos participantes.
Pero los economistas no contaban con hombres como Bill Gates creando nuevas necesidades para destruir ese equilibrio. Hace 30 años ¿quién necesitaba un celular? Estos hombres le daban vida a la teoría del Supply-Side la cual dice: oferta crea su propia demanda. Ello rompía con las tradicionales ideas keynesianas que afirmaban lo contrario: la demanda promueve la oferta, por lo cual, la receta era aumentar los gastos del gobierno, los salarios a base de legislación, emisión de moneda, endeudamiento, etc., y ya sabemos lo que sucedió en México: La docena trágica de 1970—1982.
En EU los sueldos como los precios son fijados por oferta y demanda. El plan de recuperación de Reagan fue eso; al recortar los impuestos, la gente y las empresas tenían más dinero y, así, las empresas presionaban a sus departamentos de investigación y desarrollo para crear nuevos productos y la demanda ya esperaba. Es decir, convertir los lujos en necesidades. A inicios del siglo pasado tener un baño dentro de la casa era un lujo, hoy día es una necesidad.
En México se ha intentado legislar prosperidad durante casi cien años, pero los salarios reales jamás van a aumentar por decreto y la prosperidad no llega. El aumento se dará cuando haya un crecimiento económico que provoque demanda de más y mejor mano de obra, para que las empresas compitan por ella. Y ese crecimiento sólo se dará cuando el gobierno abandone su nefasta intervención en la economía, para que los mercados decidan, a través de los precios libres, la mejor forma para llevar a cabo las asignaciones de trabajo, capital y demás medios de producción.
La falta de oferta de trabadores en los EU, ha provocado que un obrero en una planta en Detroit gane $35 dólares la hora. ¿Por qué las empresas emigran a China o la India? El día que los gobiernos quieran resolver esos problemas, que abran la frontera a los trabajadores mexicanos y esa oferta de mano de obra, nivelará los salarios en EU. Así los empresarios mexicanos se verían forzados a ofrecer condiciones de competencia para retenerlos.
¡Pero momento! eso no le conviene a los sindicatos mafiosos de EEUU, los principales aliados de Trump. Pero además, el gobierno mexicano arrea a esas pobres almas para cruzar la frontera puesto que, sin ese escape, en México ya hubiera estallado otra revolución. Solo imaginemos 8 millones de paisanos —trabajando sin papeles en EEUU—estacionados en México sin trabajo y sin ingresos. No olvidemos los casi 30 billones de dólares que cada año nos envían.
Ante diferencias tan abismales entre los dos países, surge la problemática que en estos momentos ya hace crisis y emergen los villanos. Pero si queremos repartir culpas, no dejemos de lado al gobierno mexicano y sus políticos. En 200 años de vida independiente, como el charrito de la banda, patalean sin avanzar pues solo se han dedicado a sabotear el desarrollo y fabricar pobres.
México necesita un encuentro con la realidad de los mercados que tanto hemos evadido. Una economía sin mercado está condenada a morir lentamente. El aumento de salarios debe ser resultado de producción, productividad, creación de riqueza, competencia y no decretos, aunque sean “constitucionales”. Y la creación de riqueza con crecimiento económico justo, sólo surge en un ambiente de libertad que brinde oportunidad para todos.
Pero en la lista de Libertad Económica Mundial, México ocupa el lugar #62. Se le califica con 35 —sobre un 100— en combate a la corrupción, su libertad laboral con 56, respeto de derechos de propiedad 50. Pero si pudiéramos calificar el despilfarro, irresponsabilidad, deshonestidad, la ineficiencia en la gestión pública, nos darían la banda de honor.
Entonces, que siga la revolución mexicana.

No comments:

Post a Comment