Thursday, October 20, 2016

¡Dinero maldito que nada vale! (I)

“Al inicio del tercer milenio de la era cristiana, el mundo enfrenta una apocalíptica realidad cuando el dólar, el euro, el yen, el marco alemán y otras monedas mundiales han entrado a una etapa comatosa.”

RICARDO VALENZUELA
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Al inicio del tercer milenio de la era cristiana, el mundo enfrenta una apocalíptica realidad cuando el dólar, el euro, el yen, el marco alemán y otras monedas mundiales han entrado a una etapa comatosa. Nuestro sistema monetario mundial se ha infectado con un mortal virus y ya
con síntomas muy visibles, es solo cuestión de tiempo para que inicie su dolorosa muerte. Los bancos, a nivel mundial, después de haber sido el símbolo de fuerza y estabilidad desde el renacimiento, en todos los rincones del mundo inexplicablemente han empezado a sucumbir y en algunas partes como Japón, México y China, son bombas de tiempo que cada día nos acercan a su detonador.
 
Los EU han entrado al carnaval que los lleva a otra gran depresión y continúan creando una monstruosa deuda, una serie de desbalances en su comercio mundial, burbujas en su economía provocadas por el banco central y el declive del valor de su moneda. A pesar de los esfuerzos de infinidad de gobiernos para controla el valor de sus monedas, cada día nos muestran su ineficiencia ante una serie de novedosas instituciones que se extienden por el mundo en una red que nadie parece entender, pero que cada día consolida una fuerza nunca vista. Las trampas establecidas por el economista del corto plazo; Keynes, como Bretton Woods—RIP—el FMI y el Banco Mundial cada vez lucen más irrelevantes ante la nueva ola.

En el verano de 1992 el mundo lucía una interesante visión ante la oportunidad de la apertura de un nuevo mercado abierto y global con reglas claras. Pero esa visión se empañaba ante la ruptura del sistema monetario mundial. En lugar de continuar la tendencia para construir una expansiva economía mundial ante la oportunidad de la disolución de la Unión Soviética, el dinero, lenguaje de los negocios internacionales y la base para el comercio mundial, empezaba a perder su habilidad para comunicar las señales de los precios a través de las fronteras, cuando los tipos de cambio iniciaban una conducta irracional. Pero aun peor, las monedas se convertían en armas usadas por los gobiernos como instrumentos de protección

El mundo ha vivido ya tres etapas de su desarrollo. La primera fue la conocida como de recolección y caza; la segunda fue la de la agricultura; la tercera la de la famosa revolución industrial, y finalmente hemos ya iniciado la etapa de la información.

Sin embargo, en la segunda de ellas, la de la agricultura, sucederían una serie de eventos que cincelaban el futuro del mundo: Al descubrir el cultivo de la tierra, las tribus dejaban de ser nómadas y nacían los asentamientos humanos y las ciudades. Nacía también la división del trabajo en la cual algunos miembros de las nuevas comunidades, escogían una especialidad en lugar de tratar de producir todos los satisfactores para su familia, y luego intercambiarlos con otros miembros. Con ello, se iniciaba la acumulación de activos cuando algunos producían sobrantes de cosechas, fabricaban sus viviendas, sus instrumentos de labranza, domesticaban algunos animales.

Al iniciar el ser humano esa acumulación de activos como premio a su trabajo, se iniciaba también una etapa que funestamente ha caracterizado nuestras civilizaciones; la violencia. Otros miembros de esas nuevas sociedades se daban al pillaje y al asalto para expropiar lo que el hombre legítimamente construía con su trabajo, lo cual creaba la necesidad de proteger esos noveles patrimonios. Siguiendo la ley de oferta y demanda, de inmediato surgen grupos de protectores profesionales quienes por un “módico” porcentaje de la producción de los afectados, se dedicaban a protegerlos de eso depredadores. En esos momentos surgía también la primera manifestación de lo que luego sería la estructura de gobierno.

Es decir, la primera manifestación de lo que luego se convertiría en gobierno, nacía con el mismo principio de la mafia siciliana; vendiendo una forzada protección. Pero luego como afirmara Paine: “De entre aquella manada de salvajes y barbajanes, surgiría el más salvaje y cruel de todos ellos para elegirse como Rey.” A partir de esos momentos se inicia un largo y triste proceso en el cual, esa emergente “realeza” fabricaba el arnés con el cual cabalgaría sobre las espaldas de quienes con el avance de la historia, se les conocería como plebeyos al servicio de los privilegiados

Mi abuelo materno era un hombre especial, hombre forjado en la lucha contra los yaquis y quien con sólo una educación primaria, llegó a ser uno de los ganaderos más importantes de México, fundador del primer banco regional de Sonora, y un gran filántropo. Tuve la fortuna de disfrutar gran parte de mi niñez y adolescencia a su lado en el cuartel general de sus ranchos, desde el cual controlaba muchos miles de hectáreas, lo que lo hizo acreedor de parte de los gobiernos revolucionarios del título de latifundista enemigo de las causas populares.

Era también un gran filósofo ranchero. Recuerdo que en la casona del rancho guardaba algo como un gran tesoro: Un baúl repleto de fotografías, cartas y lo que despertaba mi curiosidad, cantidad de monedas de plata. Un buen día cuando se daba a la apertura del preciado mueble, le pregunto ¿Qué son esas ruedas plateadas? Es dinero, me responde serio. Me confundo y de nuevo pregunto. Entonces, los billetes de 5 pesos que me das los domingos ¿Qué son? Me mira ahora con seriedad y responde: Es papel que no sirve para nada. Con mi inocencia de niño cierro el dialogo y le digo; “entonces el domingo quiero una rueda de esas.”

Aun cuando mi naturaleza me hacia cambiar mi preferencia en algo que me incitaba ya a explorar la teoría del valor, no comprendí bien la explicación de mi abuelo pero el evento sería algo que permanecería clavado en mi mente y, sin imaginarlo, años después me enfrentaría a una escalofriante realidad: El papel moneda emitido por el gobierno mexicano, tiene tal vez el mismo valor que el emitido por Pancho Villa durante la revolución y, ha sido la causa de la mayoría de nuestras penurias económicas.

Sabemos que desde tiempos inmemoriales se utilizaban diferentes artefactos como medios de intercambio, pero el antecedente más dramático y cercano del que podemos echar mano, es cuando los Aztecas acudían al mercado de la ciudad para, utilizando semillas de cacao, adquirir miembros del cuerpo de las víctimas de sus sacrificios humanos, las cuales luego de prepararlas, eran servidas en sus banquetes como el plato principal. Este mismo país en el cual se daba esa horrorosa transacción, siglos después se convertía en el centro monetario del mundo cuando los conquistadores se dieran cuenta de que, las entrañas de la tierra reventaban de plata.

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