Sunday, October 16, 2016

¿Expectativas irracionales?




“Si hacemos un inventario de lo sucedido estos últimos 30 años, al darnos cuenta de las adversidades por las que hemos transitado, aun ante un orate frente al Zócalo amenazando con su guadaña dispuesto a destruir el país si no se lo entregan, los mexicanos debemos ver el futuro con optimismo puesto que; “El optimismo paga.””

Tal vez el campo de la ciencia económica más ignorado por los responsables de políticas públicas y privadas, es el de las “Expectativas Racionales.” El tema es sencillo y lo podemos resumir acudiendo al principio filosófico: “Cuidado con lo que desees, porque lo puedes conseguir.” Es decir, el comportamiento de las economías, en gran parte es provocado por los estados de ánimo de sus participantes. Las olas de optimismo y pesimismo que de forma brillante describía Keynes.


Cuando ciudadanos asumen una actitud de poca fe en el futuro, con sus propias acciones provocan lo que tanto temen. Si los actores económicos temen un mal vuelco de su nave, impulsados por ello, los individuos reducen sus gastos y consumos debilitando la demanda y, de esa forma, afectan negativamente los mercados. Ante ello, las empresas disminuyen su producción, dejan de invertir, inician la reducción de sus plantas productivas, los bancos reculan y, magia, provocamos una recesión.
 
Pero ¿a que viene este repaso? Una simple razón. Durante los años que tengo observando las economías del mundo y, en especial, la de México, no recuerdo el haber transitado por un estadio cuajado de tantos elementos para que esas Expectativas Racionales, nos sirvan un platillo más amargo que las purgas de aceite de ricino. La temperatura es tan alta que, ante la pregunta a un agricultor de mi tierra, ¿que vas a sembrar esta temporada? Sin titubear responde, “trigo,” y al interrogarlo de nuevo ¿Por qué trigo? Revira, “porque es con lo que se pierde menos.”

Hace unos días recibí un excelente informe económico y cito: “El peligro más grave asechando a la economía de los EU, es la multitud de gente que piensa “algo está mal.” Es peligroso, porque entonces tratan de arreglarlo produciendo consecuencias nefastas cuando surgen análisis como: El déficit del presupuesto es un cáncer y requiere aumentar impuestos; el déficit comercial es producto de un dólar demasiado fuerte, hay que devaluar; la construcción disminuye porque los intereses están muy altos, hay que imprimir mas bonos del tesoro; si la inflación repunta, es que la economía se ha sobrecalentado y hay que enfriarla reduciendo la impresión.”

Durante los años 70, el nefasto grupo conocido como Los Revisionistas, secuestró la economía de los EU con sus preediciones apocalípticas anunciando su doloroso declive hasta que, el gran optimista, Ronald Regan, les arrebatara la batuta para iniciar los 8 años de vacas gordas y sentar las bases para los 90s.

Pero, en estos momentos, entrar en contacto con la media es una gran temeridad. Durante las 24 horas del día somos agredidos por mensajes apocalípticos de lo que sucede alrededor del mundo. Sin embargo, no es sólo ello lo que provoca estados de ánimo que nos asoman al suicidio. El campo ha sido previamente fertilizado, primero, por religiones que provocan los seres humanos observen la vida como castigo divino. Otras, produciendo militantes con gran prisa para iniciar su partida celestial en busca de lo que no consiguen en este mundo, sus ochenta vírgenes en sus respectivos palacios.

Complementando esta letal capirotada, tenemos los sistemas educativos bautizados como los verdugos silenciosos. Tal vez por ello Mark Twain afirmara: “Nunca permití la escuela interfiriera con mi educación.” Los sistemas educativos se han convertido en factorías de gente a quienes, como afirmara Ayn Rand, se les ha petrificado la sección del cerebro que apunta hacia su libertad, la prosperidad producto de su esfuerzo y, en especial, los priva de la seguridad en ellos mismos.

La media luego nos acribilla con mensajes como: Se ha iniciado ya la tercera guerra mundial en el medio oriente; el petróleo se está agotado, el polo norte se derrite y desaparecerá el continente. La economía de los EU inicia una depresión más grave que la de 1929. Irán está a listo para un ataque nuclear; Israel perdió la guerra y los musulmanes se preparan para dominar el mundo; el narcotráfico es una fuerza superior al estado. En México, los Zetas ejecutan a un hombre en TV y a nivel nacional; AMLO llama a una nueva revolución y, lo más grave, parece tener respuesta; Talía se divorcia para casarse con Marti Batres.

Pero ¿a qué se debe estas ejecuciones? Porque las historias trágicas son más vendibles que Caperucita Roja. Los medios no informan cómo la economía de los EU crece al 4% y, desde el recorte de impuestos implementado el año 2000, los ingresos del gobierno se han incrementado 500 billones de dólares y su PIB se aproxima a los 12 Trillones de dólares. China y la India, armadas con sus nuevas economías libres, suman un PIB de más de 12 trillones de dólares y han creado un mercado de 2.5 billones de consumidores que, cada día, incrementan su poder de compra. En México portamos la inflación más baja de los últimos 30 años; las reservas internacionales han establecido record; este año la economía crecerá casi un 6%.

El legendario editor del WallStrett Journal, Bob Bartley, poco antes de su muerte, publicaba un artículo titulado El Optimismo Paga. En su mensaje, hacía un inventario del comportamiento mundial durante su larga carrera transitada desde la post guerra, el asesinato de Kennedy, la era Keynesiana con su stagfalción, la guerra de Corea, VietNam, la Malasie de Carter, hasta llegar a la era de Reagan, la desintegración de la Unión Soviética y predice el arribo del mundo a un PIB de 50 trillones de dólares. Es ahí cuando, ya en la antesala de la muerte, invita a la humanidad para abandonar sus visiones apocalípticas pues afirmaba: El Optimismo Paga.

Sin embargo, parece ser que las campañas políticas son ganadas por quienes portan más habilidad para provocar pánico. No pretendo invitar al establecimiento de una actitud irresponsable ante problemas muy reales. Simplemente, como escribiera el yoga, ParagamandaYogananda, “armados únicamente con fe es poco lo que se consigue, pero sin ella, no hay nada que sea posible”.

Si algo requiere el mundo en estos momentos, es seguir la receta de Bartley y, como escribe Alberto Cortés, migajas de optimismo en un mundo que hace la tarea tan difícil. En Diciembre de 1976, a pesar del infierno heredado de parte de Echeverría, en su toma de posesión un eufórico López Portillo cerraba su discurso gritando con histeria; “Por siempre vivirá México,” y vaya que hasta sus barrabasadas sobrevivió.

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