Tuesday, August 2, 2016

Demonizar el libre comercio

Pascal Beltrán del Río
 
Pascal Beltrán del Río Martin es periodista mexicano, ha ganado dos veces el Premio Nacional de Periodismo de México en la categoría de entrevista, en las ediciones 2003 y 2007. En 1986 ingresó en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se licenció en Periodismo y Comunicación Colectiva. De 1988 a 2003 trabajó en la revista Proceso; durante este tiempo publicó el libro Michoacán, ni un paso atrás (1993) y fue corresponsal en la ciudad de Washington, D.C. (1994-99), además de Subdirector de Información (2001-2003). Fue dos veces enviado especial en Asia Central y Medio Oriente, donde cubrió las repercusiones de los atentados terroristas de septiembre de 2001 y la invasión de Irak.
Diariamente son cargados o descargados en este puerto –y en el vecino, en Tacoma, Washington– alrededor de diez mil contenedores, lo que convierte a esta esquina de Estados Unidos en una zona caliente del comercio marítimo internacional, la tercera con mayor actividad en América del Norte.
El dato llama la atención porque hace menos de 17 años, en noviembre de 1999, Seattle fue el epicentro de las protestas contra la globalización, cuando aquí tuvo lugar la Conferencia Ministerial de la recientemente formada Organización Mundial del Comercio (OMC).



Tal parece que la visión de que el libre comercio es responsable de la creciente desigualdad en el mundo industrializado ha comenzado a prevalecer. Los expertos han discutido este tema desde hace años, sin haber llegado a conclusiones firmes.
En ese mismo lapso, se multiplicaron por diez los tratados de libre comercio a nivel mundial. De acuerdo con datos de la propia OMC, éstos pasaron de una veintena en 1999 a 267 al día de hoy, cifra que podría seguir incrementándose en los años por venir, pues el número de negociaciones notificadas a la organización pasa de 600.
Sin embargo, el ritmo de crecimiento de dichos tratados ha ido a la baja. Mientras que en 2009 entraron en vigor 36, en 2014 fueron 22. Algo está sucediendo a nivel mundial que está provocando que el libre comercio pierda impulso.
En su más reciente edición, el semanario británico The Economist –un partidario decidido de la liberalización comercial– opinó en un texto de portada que la nueva confrontación política que ha aparecido en varios países “no es entre la izquierda y la derecha sino entre lo abierto y lo cerrado”.
Tal parece que la visión de que el libre comercio es responsable de la creciente desigualdad en el mundo industrializado ha comenzado a prevalecer. Los expertos han discutido este tema desde hace años, sin haber llegado a conclusiones firmes.
En 2012, la revista Harvard Business Review se propuso desmontar lo que llamó los “mitos” en torno de la mala imagen de los tratados de libre comercio.
Apuntó, entre otras cosas, que el declive en el número de empleos de la industria manufacturera es una tendencia que comenzó en los años 70, antes de la llamada era de la globalización, y que era resultado de una mayor demanda de servicios que de bienes en sociedades como la estadunidense.
Lo cierto es que el libre comercio, que gozó de prestigio y provocó esperanzas de desarrollo en la última década del siglo pasado, hoy está bajo asedio.
Una señal muy clara de ello es el triunfo del Brexit en el reciente referéndum del Reino Unido.
La mayoría de los votantes en ese país decidió que la Gran Bretaña debía separarse de la Unión Europea, un bloque cuyos propósitos esenciales son el libre intercambio de bienes y servicios y el libre movimiento de las personas que viven en él.
Otra señal la está enviando la actual contienda electoral en Estados Unidos, donde, por primera vez desde 1992, ninguno de los candidatos presidenciales de los dos principales partidos ve con buenos ojos los tratados de libre comercio.
En aquel año, cuando estaba en proceso de negociación el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la oposición a la idea fue encabezada en Estados Unidos por un candidato independiente, Ross Perot.
Con el presidente George Bush –republicano– se había iniciado la idea y con el presidente Bill Clinton –demócrata, quien venció a aquél– se habría de firmar el acuerdo, que entró en vigor el 1 de enero de 1994.
Hoy, en cambio, tanto el republicano Donald Trump como la demócrata Hillary Clinton –tan divididos sobre muchos temas– están promoviendo ambos en campaña la idea del proteccionismo.
Entre otras declaraciones, Hillary Clinton ha manifestado su oposición al Acuerdo Transpacífico (TPP, negociado por el gobierno del presidente Barack Obama), mientras que Donald Trump ha dicho que tratará de renegociar el TLCAN o sacar de él a su país.
Pronto sabremos si esa discusión llegará a la campaña electoral de 2018 en México.
Por ahora podemos recordar el balance que hizo del TLCAN el aspirante presidencial Andrés Manuel López Obrador, cuando el tratado cumplió 20 años.
En febrero de 2014, López Obrador afirmó que la aportación de México a la relación comercial con EU y Canadá se limita a la mano de obra y materias primas baratas.
¿Veremos subirse a ese carro al PRI y al PAN, ahora que muchos abjuran del libre comercio?

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