Wednesday, October 26, 2016

Conversaciones con el tío Gilberto (XVII). Sigue la Gran Depresión




“La primera guerra mundial era el inicio de manifestaciones de las viejas fuerzas para contrarrestar esa nueva libertad adquirida por la sociedad lo cual, en México se conjugaba con una revolución iniciada como liberal, pero su desenlace pariría la dictadura estatista que lo dominaría durante casi todo el siglo XX.”


RICARDO VALENZUELA
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Era la primera vez que exploraba ese fenómeno que arropara al mundo entero y, sobre todo, le diera un rumbo diferente a la historia y me encontraba en un estado casi de histeria al darme cuenta de su importancia y la poca información disponible para realmente entenderlo. En las escasas referencias que yo había tenido en mis años en el TEC de Monterrey, nos la describían como una plaga provocada por la anarquía surgida en los mercados por la falta de control de los mismos. Luego pensaba en la parábola de la piñata de mi tío Gilberto en la cual, al romperla, los chamacos grandotes se adueñaban de todas las golosinas. Pero ahora me daba cuenta de que ese no era el caso.


 
En estos momentos y 40 años después de las reuniones con don Gilberto, aun con más claridad puedo entender las frustraciones que en algunas ocasiones expresaba. Durante sus primeros mil años el mundo posterior a la avenida de Cristo, había vivido una verdadera anarquía en lo que se conoce como The Dark ages, en donde privaba la ley del más fuerte. A partir del siglo XI aproximadamente, la iglesia tuvo que intervenir para terminar con esa ley de la selva y, se iniciaba así la edad media en la cual el ser humano se organizaba ahora en los reinos que establecían una economía feudal, la cual prevalecería durante casi otros mil años.
Arribaría luego el Renacimiento para iniciar el gran cambio. El hombre pasaba del misticismo a un mundo más práctico y de orientación a la satisfacción de sus necesidades materiales, a creer más en la ciencia, a darle importancia al mundo terrenal. Para el siglo XVII la economía feudal dominaba lo que hoy conocemos como el mundo occidental en la cual, el estado -los monarcas- tenían control absoluto de su operación a través de otorgar concesiones para el suministro de los productos necesarios para la sociedad, lo cual formaba monopolios con la bendición real, y por supuesto, se formaban las clases sociales que básicamente se constituían de los monarcas, los nobles y los plebeyos.
Sin embargo, a partir de ese siglo XVII en Inglaterra el reinado de James I elevaría el mercantilismo a su máxima expresión cuando tratando de concentrar toda la actividad económica en su reino, cancelaba permisos de los fabricantes de telas quienes enviaban sus productos a Holanda para su coloración y acabado. Holanda de inmediato cerraba sus mercados a las importaciones inglesas y se producía una grave recesión cuyo desenlace se traduciría en la ejecución de su sucesor Charles I y en la primera rebelión en contra de esa economía feudal. Sin embargo, España permanecería sólida en el manejo de sus economías mercantilistas, en especial en las colonias.
Fue precisamente durante el siglo XVII en Inglaterra cuando los primeros brotes de ideas liberales emergieran a la superficie de la conciencia social, que luego madurarían para darle vida a ese poderoso movimiento intelectual con la suficiente audacia para retar algo que durante siglos había permanecido como dogma: el mandato divino de los monarcas. John Locke publicaba su: “Dos tratados de Gobierno” argumentando que antes del estado, existían los derechos naturales del hombre como la verdadera herencia divina, el derecho a la vida, la libertad y la propiedad.
Esta corriente intelectual lograría su epicentro y base en la magna obra de Adam Smith; “La Riqueza de las Naciones,” que vendría a provocar la ya en capullo Revolución Industrial. El ingreso de los ciudadanos de Inglaterra había permanecido estático durante el último milenio situándose en menos de 1000 dólares anuales a valores presentes, a partir de la publicación de la obra de Smith y durante los siguientes cien años, se dispararía a casi 9,000 dólares, creando esa nueva burguesía. Hombres que antes no tenían ninguna posibilidad de escalar la pirámide social en el esquema feudal, ahora lo hacían a base de esfuerzo, competencia y trabajo, se abría un nuevo capítulo de la historia mundial.
A diferencia de la Nueva España, en las colonias inglesas del nuevo mundo, los escritos de los nuevos ideólogos liberales se convertían en la lectura popular y en especial, la Biblia de un grupo de hombres quienes luego se les conocería como “los padres fundadores” de lo que ya se asomaba como una nueva nación. Al inicio del siglo XVIII emerge un proceso que para su final había madurado considerablemente; el traspaso de poder de las clases reinantes a la sociedad civil. La revolución de independencia de los EU, inicia un enfrentamiento que perdura hasta el presente: el viejo establishment contra la sociedad civil disputándose ese poderoso afrodisíaco; el poder.
Los EU luego de lograr su independencia, le darían una lección al mundo la que expresara apasionadamente en sus escritos Alexis de Tocquevile cuando visitara la nueva nación para producir su obra: “Democracia en América.” Tocqueville describía con asombro cómo la sociedad civil era la propietaria del poder portando un pequeño gobierno totalmente controlado y limitado, y con una visión profética, aseguraba que en unos cuantos años, esta nación dominaría el mundo. España y Portugal con gran nerviosismo atestiguaban el fenómeno de los EU y, la Santa Inquisición incluía en su lista de libros herejes todas las obras liberales.
Lo que no podrían ocultar era la forma en la cual las colonias inglesas lograban su libertad lo cual, de inmediato provocaría movimientos similares en las suyas. México sería prácticamente el primero de ellos al iniciar el vuelo hacia esa ansiada libertad, pero sin mapa, compás ni ruta de vuelo, el resultado era muy diferente. Nos deshacíamos de la tutela de España, mas no de su sistema político de autocracia lo cual nos envolvería en un siglo de competencia entre cantidad de aspirantes para escalar el altar de la tiranía, que perduraría durante los siguientes cien años.
El siglo XIX sería el de la expansión del liberalismo y la revolución industrial pero en una parte muy concentrada del mundo; el norte de Europa y los EU, lo cual provocaría una asombrosa creación y concentración de riqueza. México a diferencia de los EU, se envolvía en sangrientas luchas intestinas que provocarían la formación de dos Imperios, la invasión de Francia, la de EU, la pérdida de la mitad de nuestro territorio y lo más grave, la pérdida de todo el siglo XIX en el cual se definían las naciones del futuro.
Pero desde el nacimiento del liberalismo, nacía también la contra ofensiva de parte del establecimiento que siempre había controlado al mundo y, a la cabeza de tal movimiento, marchaba la iglesia católica. Ello se combinaba con el florecimiento del comunismo que a principios del siglo cobrara su primera víctima en Rusia. A finales del siglo XIX, la encíclica del Papa León XIII Rerum Novarum, marcaba una nueva ruta. La primera guerra mundial era el inicio de manifestaciones de las viejas fuerzas para contrarrestar esa nueva libertad adquirida por la sociedad lo cual, en México se conjugaba con una revolución iniciada como liberal, pero su desenlace pariría la dictadura estatista que lo dominaría durante casi todo el siglo XX.

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