Friday, October 21, 2016

El carnaval de los chismosos





““Cuando la función económica se pone en manos del Estado, invariablemente la cooperación social reemplaza al interés individual como el principal motivador de la acción humana; ¿falso o verdadero?””
RICARDO VALENZUELA
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Consecuencia de mi artículo publicado la semana pasada; “Sonora… La viuda,” he recibido infinidad de respuestas en su gran mayoría acordando conmigo. Sin embargo, recibí una producto de esos enguaracadosKeynes mexicanos en la que me señala la avalancha de subsidios que reciben los agricultores en EU, por lo cual, me exige detener mi diarrea verbal pagada por un patrón imaginario quien dicta mis escritos…y salud, que vengan las otras.

Decía Albert Camus; “aquellos que escriben claro tienen lectores, y los que escriben confuso, tienen chismosos.” Hace unos meses un profesor de economía de pequeña Universidad; en un examen les hizo a sus alumnos la siguiente pregunta: “Cuando la función económica se pone en manos del Estado, invariablemente la cooperación social reemplaza al interés individual como el principal motivador de la acción humana; ¿falso o verdadero?”

La respuesta correcta debería de ser; falso, porque redistribuyendo el control de la propiedad a través de la actuación draconiana del Estado, jamás podrá cambiar la naturaleza de los seres humanos. Aunque los “compasivos” no estén de acuerdo, el interés individual permanece como el término adecuado para describir la conducta humana trátese de oficiales del gobierno, empresarios o quien sea. Si algo nos enseñó el fracaso del comunismo, fue su incapacidad para reconstruir la humanidad—cómo lo profesaban—y tampoco fue capaz de crear ese “nuevo hombre” que se convirtiera en alguien que solo se preocupa por sus semejantes. El concepto de interés personal, ambición y la incomprendida mano invisible de Adam Smith, siguen siendo las bases para el buen funcionamiento en economía.


Sin embargo, la mayoría de los alumnos contestaron; verdadero. Esto llevó al profesor Paul Cleveland a escribir un artículo para exponer su asombro, de cómo alumnos de clase social media alta respondieron dándole esa importancia al estado que ha sido el espejismo con el que, a través de los tiempos, este amorfo ente ha acrecentado su poder sobre una sociedad cada día más ignorante en asuntos económicos. Lo más interesante de este experimento fue que, del total de los alumnos, solo dos contestaron; falso. Ambos eran extranjeros, uno de China y el otro de la antigua Yugoslavia. Aparentemente ellos habían tenido la oportunidad de observar muy de cerca la destructiva labor del Estado represivo en sus respectivos países.

Durante semanas he estado leyendo los editoriales en diferentes periódicos, he también escuchado declaraciones de empresarios, políticos, articulistas etc., emprendiendo de nuevo la vieja jornada de promoción para la intervención del Estado con el propósito de resolver los problemas económicos del país. Tristemente hemos visto cómo en los noticieros nacionales se reporta agricultores quemando sus cosechas, ganaderos derramando miles de litros de leche en las calles para exigir esa intervención del Estado y lograr mejores precios, o más triste, exigiendo el cierre de la frontera a los productos con los que compiten culpando al TLC de todas las desgracias que nos azotan.

Esta reflexión me ha llevado a coincidir totalmente con una de las conclusiones del Prof. Cleveland en relación a sus estudiantes en esa pequeña Universidad: La magnífica labor que ha desarrollado el gobierno educando a la población en un sistema socializante que ha esclavizado a los mexicanos, produciendo los “enguaracados y chismosos Keynes autóctonos,” los ha hecho dependientes de las marañas estatistas y la corrupción que siempre ha caracterizado a nuestro gobierno. En este siglo XXI, en esta economía digital, en este mundo sin fronteras; ¿por qué el gobierno debe fijar precios de los productos? O, inclusive, adquirir esos productos. El lenguaje más efectivo de una economía sana es el sistema de precios libres.

En México seguimos sin entender el funcionamiento de esta nueva economía. Pero lo más grave, no únicamente no lo entienden los agricultores de Sonora, los ganaderos de Veracruz, los industriales del estado de México, no lo entienden nuestros líderes y, sobre todo, gente que hace opinión; periodistas, profesores, líderes.

EU vive en estos momentos una experiencia única. Un joven presidente armado con ideas viejas enfrentado a una vigorosa sociedad civil aglutinada, no en partidos políticos, en lo que han llamado el Tea Party combatiéndolo ferozmente en cada rincón del país. Y no se confundan, esa sociedad civil emergerá victoriosa.

A los agricultores y empresarios de todo el país, a los líderes políticos y sobre todo periodistas, entiendan; en esta nueva economía se acabó papá gobierno, ahora hay que competir. Lo quiera o no Hugo Chavez, estamos entrando finalmente a una verdadera economía regida por los mercados, no el estado. Una economía en la cual los precios los definirá el mercado, no Barack Obama. En la cual si los productos extranjeros son más baratos y de mejor calidad, Bienvenidos. Tienen que entender que el gobierno no tiene la fábrica de dinero. El sobre precio que exigen o el cierre a las importaciones, le cuesta el resto de los mexicanos. Finalmente, tienen que entender que el Estado mexicano debe quedar fuera de su papel tradicional como agente económico motivo por el cual, nuestra estructura política se convirtió en el centro de corrupción más descarado del mundo.

Sí este nuevo Keynes mexicano me grita: “tenemos que recibir los mismos apoyos que los agricultores de EU,” yo le respondo; la economía de México es el 5% de la de EU, es decir, ellos tienen con qué cometer los crímenes económicos del populismo y sufrir las consecuencias. Le informaría cómo la pobre infraestructura de comunicaciones del país encarece nuestros productos hasta en un 40%. Cómo los derechos de propiedad de los agricultores americanos son sagrados, por lo que han hecho las inversiones requeridas para lograr la productividad de la que hoy hacen gala. Cómo los agricultores americanos se han convertido en esos grandes comercializadores, lo que los ha llevado a crear el mercado para sus productos más sofisticado del mundo en el Chicago Mercantile Exchange. En lugar de apoyo, ¿no necesitaremos otra clase de gobierno?

Dejemos de pedir devaluaciones para competir mientras arruinamos el resto del país. Dejemos de quemar cosechas, cerrar carreteras y pongámonos a reflexionar sobre los cambios que necesitamos promover para poder no solo sobrevivir, sino aprovechar la oportunidad que nos brinda esta nueva era económica.

Reflexionemos que clase de país deseamos construir para que nuestros hijos y generaciones futuras no tengan que seguir mendigando al Estado. Para quitarles a los políticos el poder de decidir quiénes son los ganadores y perdedores en el remedo de economía que hemos tenido. Pero lo más importante, actuemos para llevar a cabo esos cambios. Y los chismosos, como el burro de la noria que sigan dando vueltas para llegar a donde mismo.

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