ALIANZA LIBERAL
Ricardo Valenzuela
Con el resurgimiento de los mercados en los 90s como el mejor medio de creación y distribución de riqueza, la caída del comunismo junto con el muro de Berlín etc, los ataques al capitalismo cesaron durante un tiempo en las agendas políticas del mundo occidental. Pero esa ola está sin duda de regreso. Así como los intelectuales mexicanos arrecian sus ataques en contra del neoliberalismo, a nivel mundial atestiguamos la peligrosa tendencia de tratar de nuevo de linchar lo que el establishment considera peligroso para lograr sus objetivos; el mercado.
En la pasada convención del partido demócrata en la cual eligieron a Al Gore como su candidato presidencial, el recién coronado príncipe no perdió tiempo e inició una serie de ataques a la industria tabacalera, las compañías petroleras, empresas farmacéuticas, los grandes compañías de seguros, Microsoft etc, etc. El surgimiento de su candidatura en las encuestas nos indica que esa retórica populista y demagoga, no solo no lo perjudicó, sino aparentemente le ayudó en las preferencias del electorado. Las violentas manifestaciones en Washington, Seattle, y ahora en las olimpiadas en Australia de parte de grupos descontentos con las “recetas neoliberales”---según ellos---del FMI, Banco Mundial, la OMC, apuntan hacia la misma dirección.
En la convención de presidentes de Bancos Centrales del mundo hace unos días en Wayoming, Alan Greespan definió un serio problema: “La gente indicó, está preocupada por la forma en que los mercados crean y distribuyen la riqueza y sobre todo, la ruda competencia que se ha provocado entre la sociedad civil.”
Sin embargo, los economistas liberales de inmediato refutaron tal afirmación señalando el que la competencia dista mucho de ser “ruda,” puesto que en estimación de la famosa empresa consultora McKinsey, solamente una quinta parte de la economía mundial está realmente abierta a la competencia en productos, servicios, y control patrimonial. Es decir, cuatro quintas partes de la producción mundial sigue bajo controles estatales o del capitalismo crony. La economía de EU sin duda se encuentra en esa quinta parte de libertad, y sus comportamientos de los últimos 10 años lo demuestran.
El capitalismo estilo EU producto de la herencia de las reformas de los 80s, sin duda ha eclipsado al “mercado social” de Europa y el capitalismo estatal de Japón que tanto admiraron “los revisionistas”. Entonces, si las agresiones a este capitalismo son tantas en estos momentos de gran crecimiento y empleo total; ¿que nos puede esperar si la economía mundial lidereada por la de EU, entra a una etapa de bajo crecimiento y desempleo?. No hay duda que en esos momentos los arquitectos sociales pasarían a culpar al mercado desde la crucifixión de Jesucristo, hasta las guerras mundiales, pasando por la hambruna en Africa y el sida en San Francisco.
Aquí es donde iniciamos nuestra caminata sobre una línea muy delgada; la queja del control de las economías de parte de empresarios estatistas en los capitalismos crony, al mismo tiempo que se pide la intervención del estado para remediar esa situación que él mismo ha causado. La agresión de parte de grupos llamados “no gubernamentales” pidiendo una economía mundial semejante a la reforma agraria mexicana, al banco ejidal, o al sistema welfare de los EU en los 60s de distribución de la riqueza de los que la producen, hacia aquellos que no tienen ninguna participación en esa creación.
Aparentemente nos encontramos de nuevo ante la disyuntiva creada a principios de los 80s entre los economistas liberales que asesoraban a Reagan, y los llamados “revisionistas” quienes promovían el que los EU adoptara un modelo similar al de Japón Inc. Ellos argumentaban que los EU jamas podrían competir con ese capitalismo estatal de Japón. Los revisionistas afirmaban: “A menos de que los EU adopte el estilo japonés, abandone los mercados libres en favor de un comercio internacional controlado, y la activa participación del estado en la economía con objetivos sociales, EU se convertirá en una colonia de Japón.
Los revisionistas siempre pensaron que el secreto del éxito del sistema japonés era su visión a largo plazo. El sistema financiero japonés invertía capital no para lograr impresionantes rendimientos en el corto plazo, sino para ganar penetración en los mercados estratégicos, dar empleo y seguridad de por vida a sus trabajadores, y de esa forma supuestamente maximizar sus rendimientos en el largo plazo---cosa que nunca sucedió. Esto contrastaba con la visión---según ellos miope---de los financieros americanos que se manejaban de acuerdo al comportamiento de los mercados de capitales tan exigentes en la producción de utilidades en el corto plazo.
Los admiradores del sistema japonés pensaron que habían encontrado una forma superior de capitalismo; el llamado capitalismo de desarrollo estatal. Ellos afirmaban, “el capitalismo de desarrollo estatal representa un tercer camino a través del cual el gobierno establece objetivos sociales, pero utiliza los mecanismos del mercado para lograrlos. La propiedad privada y el libre intercambio existen, pero la planeación gubernamental y la manipulación son también esenciales. En un futuro muy cercano afirmaban, el capitalismo manipulado de Japón enterrará en el olvido a los mercados libres de los EU.” James Fallows uno de los mas famosos revisionistas recitaba:
“El estilo asiático desconfía profundamente de los mercados. Ve la competencia como para mantener a las empresas nerviosas pero, no como el camino para resolver ninguna interrogante de la vida----como la sociedad se manifieste, es en la dirección que la economía se debe desarrollar.”
Con todas las economías asiáticas en agonía en estos momentos, y la de EU en el periodo mas largo de crecimiento de su historia, es tiempo de una profunda reflexión: Los revisionistas afirmaban haber descubierto una nueva forma de capitalismo superior, el capitalismo japonés de desarrollo estatal. Hoy día sin embargo, ese sistema es conocido como capitalismo oligárquico, y su fracaso manifiesto está provocando pena y dolor en toda la cuenca del Pacifico.
La magnitud de la caída es impresionante: La economía japonesa tiene diez años sin crecimiento. El Yen se ha depreciado a la mitad respecto al dólar. El mercado bursátil de Tokio ha perdido el 60% de su valor desde que llegó a su récord en 1989, y los valores de los bienes raíces ha caído hasta un 80%. Esa depresión de precios ha dejado a los bancos japoneses con unos niveles de deuda mortales. El año pasado las autoridades japonesas estimaron el problema de prestamos “desahuciados” en $670 mil millones de dólares, casi el 25% del PIB. Los expertos piensan que esa cantidad puede ser un 50% mas alta, es decir; un trillón de dólares---casi la mitad de su PIB.
Los revisionistas SE EQUIVOCARON. Pero todos sus errores se desprenden de una sola cosa; su inhabilidad para entender y apreciar el poder de los mercados libres. Ellos han sufrido lo que F.A. Hayek llamó EL CAPRICHO FATAL, ellos creyeron que un puñado de burócratas podían tomar mejores decisiones que millones de consumidores privados-----podían escoger industrias estratégicas, invertir capital desafiando las señales de los mercados, de esa forma inflar permanentemente los mercados financieros e inmobiliarios, moldear una economía que convertiría a Japón en el país mas rico y poderoso de la tierra, y con un “estado repartidor,” pero no se puede desafiar a los mercados.
Las economías se pueden manosear y manipular durante un tiempo, se puede inclusive lograr ciertos resultados, pero tarde o temprano la burbuja se revienta, y en ese momento los mercados pasan la factura y hay que pagarla, por mas dolorosa que esta sea. Los ejemplos al respecto son múltiples, desde Japón, la Unión Soviética, hasta la administración de la abundancia mexicana.
En estos momentos esta lección parece ahora olvidada, pero la historia debe ser nuestro mejor maestro. A los Sres intelectuales mexicanos, a Don Al Gore, a los proponentes de la tercera vía, a los progresistas en el equipo de Vicente; revisen la historia de “los revisionistas.”
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