“Presidente Peña, quítele el freno de mano al país.”
RICARDO VALENZUELA
Hace unos meses cuando decidí dar a conocer un especial ejemplo de lucha por la vida, pero nunca pensé la reacción que provocaría a nivel internacional. Era la historia de Ángel, un microempresario de la tortilla triunfando y luego linchado, en uno de los ambientes más hostiles para construir tus sueños.
Una historia que de lo sublime iría no sólo lo ridículo, sino a lo trágico. La historia del naufragio de los sueños de Ángel, un hombre humilde quien, al enfrentarse con la realidad de un México de injusticias y surrealismo y colocarlo ante la pérdida del sustento de su familia, en lugar de lamentarse se dio a luchar con la formación de su pequeño negocio para luego enfrentar otra realidad: la de las destructivas burocracias que luego de emboscarlo, lo destruían.
El tema se ha debatido entre un grupo de liberales a través del Internet y en el cual, participan gentes de varios países. Se ha recibido también una queja reafirmando su contenido, cuando desde los EU el administrador de un fondo de inversión británico expresa su gran frustración provocada al tratar de llevar a cabo inversiones en México, y ha chocado con el muro de una perniciosa burocracia cuya actitud parece ser la guardián de la virginidad del país, ante los violadores inversionistas extranjeros.
Pero lo más sorprendente para mi, fue el recibir infinidad de mensajes de cientos de Ángeles que, igual que nuestro personaje, se han visto agredidos y devorados por esas burocracias cuando queriendo echarse a volar con sus propias alas, son cruelmente derribados cual indefensas palomas frente a esos cazadores apostados en las cientos de oficinas de gobiernos desde las cuales, con crueldad, alevosía y sus armas de grueso calibre, se dedican a la destrucción de sueños, ilusiones y destinos.
Una de las decepciones más grandes que hemos sufrido los mexicanos en años recientes, es el darnos cuenta de que, cuando finalmente arribamos al ansiado destino de elegir a nuestro moderno Cid Campeador al frente de un ejército de cruzados, con tristeza observamos que se trataba de sólo otro “bípedo con gigantescas enancas” en las que le caben sin apretar todas las ignoradas penas nacionales. Pero además, alguien que ni siquiera hizo el intento de emprender el vuelo. Alguien que ha descendido del monte con las tablas de salvación, pero, escritas en un idioma que ni el mismo le entendió.
El fracaso más evidente de esta arriada de reformadores se manifiesta en algo que describe la ruta hacia el futuro de las naciones: Libertad; pero la verdadera libertad, no la presentada en nuestra gloriosa película México RA RA RA, cuando el personaje de Héctor Suárez la ejercía impunemente orinándose en los autos que pasaban bajo un puente en el periférico de la ciudad. La verdadera libertad para abrir las compuertas a la creativa ambición de la sociedad civil mediante esquemas que, en lugar de destruirla, la premien permitiendo que fluya en paz y con toda su fuerza.
Pero a doce años del inicio de la cruzada de otra reforma, México pasó del lugar #56 al #62, en la clasificación anual de libertades económicas de los países que publican foros internacionales. Lo hemos dicho una y mil veces; la prosperidad, el desarrollo, el bienestar, los niveles de vida de los países, van de la mano con sus libertades económicas. Tal vez luego de la experiencia de don Ángel, se esté ya formando el instituto Protector de la Tortilla Mexicana.
Sin embargo, honor a quien honor merece. La macroeconomía del país es casi ejemplar, no hay duda. Pero es cortesía de Paco Gil Díaz y después Agustín Carstens. Son los cimientos pero ¿Qué pasó con el edificio? Los más de 100 millones de mexicanos no pueden vivir sobre los cimientos.
Pero qué podemos esperar en un país en el cual, junto con la infinidad de mensajes de apoyo a mi escrito, recibo el Web del Colegio de Sonora con un artículo de mi buen amigo Leopoldo Santos en que, se babea alabando a Fidel Castro y la conveniencia de México para mantener buenas relaciones con el verdugo de los cubanos. O cuando al dar una charla a un grupo de inquietas señoras se me pide un ejemplo de qué país pudiera ser modelo para México y, al listar Nueva Zelanda o Estonia, una de ellas me revira molesta con otra alternativa: Venezuela
Coincido en una cosa con el Colegio de Sonora: el gran futuro de ese hermoso país que es Cuba. Pero ese futuro está en las manos del millón de cubanos radicados en los EU que trabajando, han acumulado una riqueza inimaginable y, al momento de la liberación, iniciarán la invasión pero sus armas serán el capital estacionado en los bancos de Miami, sus miles de profesionistas formados en las mejores Universidades del mundo, su “know how” que durante tantos años han desarrollado manejando sus negocios, y esa mentalidad de empresarios libres que a través de la Fundación Cubano Americana, han cimentado en las nuevas generaciones.
Yo hago una llamada a la sociedad civil mexicana -si es que existe- para imitar el esquema cubano. Vamos identificando a los Ángeles que han desertado México con sus alas rotas por la burocracia, apoyémoslos para que, sin el calvario de esa repugnante plaga mexicana, se den a formar sus pequeños negocios, acumulen capital, experiencia, aprendan el verdadero juego del mercado, creen riqueza y tal vez algún día, regresen a México como verdaderos agentes del cambio, y no solamente como los “paisanos” que se les asalta en las aduanas cuando nos visitan, o en las transferencias de los 25 billones de dólares que cada año nos envían.
Y ¿saben por qué ahora es cuando? Porque nuestros paisanos ahora se están enfrentando -cortesía de Obama- con una burocracia aun más feroz y hambrienta que la nuestra y, no solo ellos, miles de hombres de negocios buscan emigrar a pastizales mas verdes.
Nuestros líderes no necesitan mendigar ayuda de otros países o de instituciones financieras internacionales. En el corazón de las más pobres vecindades del país y de ciudades como Los Ángeles, Chicago, Phoenix. En los abandonados ejidos, existen acres de diamantes que representan millones de Ángeles que con las avenidas adecuadas, pueden lograr lo que ha sido el fracaso de los políticos: transformar el país en una gigantesca red de productores y consumidores libres para crear esa riqueza que durante siglos nos ha eludido.
El país requiere de hombres libres e independientes en sus juicios. No de aquellos dependientes y domesticados que rechazan la responsabilidad de juzgar. Necesita el hombre de convicciones, valores y propósitos, pero como producto de su propia mente. No de aquellos parásitos cuya mente ha sido moldeada por otros a quienes se entregan. Requiere del hombre que asume la responsabilidad de su destino, no de aquellos colectivistas de espíritu que la entregan a otros y en especial a sus gobiernos. Desgraciadamente, muchos de los primeros son los que abandonan el país y empujados por esa tiranía, se alejan cuando México se desangra.
Presidente Peña, quítele el freno de mano al país.
Hace unos meses cuando decidí dar a conocer un especial ejemplo de lucha por la vida, pero nunca pensé la reacción que provocaría a nivel internacional. Era la historia de Ángel, un microempresario de la tortilla triunfando y luego linchado, en uno de los ambientes más hostiles para construir tus sueños.
Una historia que de lo sublime iría no sólo lo ridículo, sino a lo trágico. La historia del naufragio de los sueños de Ángel, un hombre humilde quien, al enfrentarse con la realidad de un México de injusticias y surrealismo y colocarlo ante la pérdida del sustento de su familia, en lugar de lamentarse se dio a luchar con la formación de su pequeño negocio para luego enfrentar otra realidad: la de las destructivas burocracias que luego de emboscarlo, lo destruían.
El tema se ha debatido entre un grupo de liberales a través del Internet y en el cual, participan gentes de varios países. Se ha recibido también una queja reafirmando su contenido, cuando desde los EU el administrador de un fondo de inversión británico expresa su gran frustración provocada al tratar de llevar a cabo inversiones en México, y ha chocado con el muro de una perniciosa burocracia cuya actitud parece ser la guardián de la virginidad del país, ante los violadores inversionistas extranjeros.
Pero lo más sorprendente para mi, fue el recibir infinidad de mensajes de cientos de Ángeles que, igual que nuestro personaje, se han visto agredidos y devorados por esas burocracias cuando queriendo echarse a volar con sus propias alas, son cruelmente derribados cual indefensas palomas frente a esos cazadores apostados en las cientos de oficinas de gobiernos desde las cuales, con crueldad, alevosía y sus armas de grueso calibre, se dedican a la destrucción de sueños, ilusiones y destinos.
Una de las decepciones más grandes que hemos sufrido los mexicanos en años recientes, es el darnos cuenta de que, cuando finalmente arribamos al ansiado destino de elegir a nuestro moderno Cid Campeador al frente de un ejército de cruzados, con tristeza observamos que se trataba de sólo otro “bípedo con gigantescas enancas” en las que le caben sin apretar todas las ignoradas penas nacionales. Pero además, alguien que ni siquiera hizo el intento de emprender el vuelo. Alguien que ha descendido del monte con las tablas de salvación, pero, escritas en un idioma que ni el mismo le entendió.
El fracaso más evidente de esta arriada de reformadores se manifiesta en algo que describe la ruta hacia el futuro de las naciones: Libertad; pero la verdadera libertad, no la presentada en nuestra gloriosa película México RA RA RA, cuando el personaje de Héctor Suárez la ejercía impunemente orinándose en los autos que pasaban bajo un puente en el periférico de la ciudad. La verdadera libertad para abrir las compuertas a la creativa ambición de la sociedad civil mediante esquemas que, en lugar de destruirla, la premien permitiendo que fluya en paz y con toda su fuerza.
Pero a doce años del inicio de la cruzada de otra reforma, México pasó del lugar #56 al #62, en la clasificación anual de libertades económicas de los países que publican foros internacionales. Lo hemos dicho una y mil veces; la prosperidad, el desarrollo, el bienestar, los niveles de vida de los países, van de la mano con sus libertades económicas. Tal vez luego de la experiencia de don Ángel, se esté ya formando el instituto Protector de la Tortilla Mexicana.
Sin embargo, honor a quien honor merece. La macroeconomía del país es casi ejemplar, no hay duda. Pero es cortesía de Paco Gil Díaz y después Agustín Carstens. Son los cimientos pero ¿Qué pasó con el edificio? Los más de 100 millones de mexicanos no pueden vivir sobre los cimientos.
Pero qué podemos esperar en un país en el cual, junto con la infinidad de mensajes de apoyo a mi escrito, recibo el Web del Colegio de Sonora con un artículo de mi buen amigo Leopoldo Santos en que, se babea alabando a Fidel Castro y la conveniencia de México para mantener buenas relaciones con el verdugo de los cubanos. O cuando al dar una charla a un grupo de inquietas señoras se me pide un ejemplo de qué país pudiera ser modelo para México y, al listar Nueva Zelanda o Estonia, una de ellas me revira molesta con otra alternativa: Venezuela
Coincido en una cosa con el Colegio de Sonora: el gran futuro de ese hermoso país que es Cuba. Pero ese futuro está en las manos del millón de cubanos radicados en los EU que trabajando, han acumulado una riqueza inimaginable y, al momento de la liberación, iniciarán la invasión pero sus armas serán el capital estacionado en los bancos de Miami, sus miles de profesionistas formados en las mejores Universidades del mundo, su “know how” que durante tantos años han desarrollado manejando sus negocios, y esa mentalidad de empresarios libres que a través de la Fundación Cubano Americana, han cimentado en las nuevas generaciones.
Yo hago una llamada a la sociedad civil mexicana -si es que existe- para imitar el esquema cubano. Vamos identificando a los Ángeles que han desertado México con sus alas rotas por la burocracia, apoyémoslos para que, sin el calvario de esa repugnante plaga mexicana, se den a formar sus pequeños negocios, acumulen capital, experiencia, aprendan el verdadero juego del mercado, creen riqueza y tal vez algún día, regresen a México como verdaderos agentes del cambio, y no solamente como los “paisanos” que se les asalta en las aduanas cuando nos visitan, o en las transferencias de los 25 billones de dólares que cada año nos envían.
Y ¿saben por qué ahora es cuando? Porque nuestros paisanos ahora se están enfrentando -cortesía de Obama- con una burocracia aun más feroz y hambrienta que la nuestra y, no solo ellos, miles de hombres de negocios buscan emigrar a pastizales mas verdes.
Nuestros líderes no necesitan mendigar ayuda de otros países o de instituciones financieras internacionales. En el corazón de las más pobres vecindades del país y de ciudades como Los Ángeles, Chicago, Phoenix. En los abandonados ejidos, existen acres de diamantes que representan millones de Ángeles que con las avenidas adecuadas, pueden lograr lo que ha sido el fracaso de los políticos: transformar el país en una gigantesca red de productores y consumidores libres para crear esa riqueza que durante siglos nos ha eludido.
El país requiere de hombres libres e independientes en sus juicios. No de aquellos dependientes y domesticados que rechazan la responsabilidad de juzgar. Necesita el hombre de convicciones, valores y propósitos, pero como producto de su propia mente. No de aquellos parásitos cuya mente ha sido moldeada por otros a quienes se entregan. Requiere del hombre que asume la responsabilidad de su destino, no de aquellos colectivistas de espíritu que la entregan a otros y en especial a sus gobiernos. Desgraciadamente, muchos de los primeros son los que abandonan el país y empujados por esa tiranía, se alejan cuando México se desangra.
Presidente Peña, quítele el freno de mano al país.
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