Wednesday, November 9, 2016

La economía constitucional




“Los revolucionarios de nuevo aferrados al poder, están utilizando todos sus trucos aprendidos en más de 70 años de trampas, de fraudes, de robos para iniciar una segunda ronda de otros 70 años de opresiones.”

RICARDO VALENZUELA
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En días pasados falleció uno de los más brillantes exponentes de la escuela económica de Chicago, Gary Becker. El Dr. Becker se hizo acreedor al premio nobel de economía por sus profundas teorías acerca del capital humano. Con él, perdemos otra de las grandes mentes de los últimos cien años. Hace poco más de un año habíamos perdido a otra de las grandes mentes de nuestra era; James Buchanan, economista, sociólogo, filósofo, un hombre que ha dejado profunda huella en la formación de muchos economistas mexicanos, entre los cuales me cuento. 


 
Buchanan ganó el premio Nobel de economía con sus revolucionarias teorías del Public Choice, a través de las cuales da explicaciones muy válidas de las conductas y estrategias del estado para acrecentar su poder, mantenerlo y sus repercusiones económicas. Las ideas de Buchanan encuadraron en lo llamado economía constitucional en las cuales describe el desarrollo de las bases contractuales y constitucionales de la teoría económica y del proceso de toma de decisiones.
Public Choice es una teoría que a veces se le ha llamado “la economía de la política,” que explica y predice el comportamiento político asumiendo que los actores de la misma son oportunistas y lo que buscan es promover su propio interés. Esta visión del hombre que ha sido muy efectiva explicando su comportamiento económico, se ha aplicado en la política en contraste con aquellas teorías que ven dicha actividad como la persecución del interés general. La conclusión de la mayoría de los abanderados del Public Choice, es que el gobierno es mucho más grande que lo que la gente desea, simplemente por la conveniencia de los políticos, burócratas y grupos de interés especiales como sindicatos, empresarios estatistas etc., que forman cárteles para beneficio personal y siempre a costa del sufrido pueblo. Se adueñan de los activos nacionales que deberían de ser el cuadro de desarrollo económico general, y los usan como si fueran de su propiedad.
Buchanan y su socio de años Gordon Tullock, presentan la idea de un contrato teórico de la gente con el estado a través del cual el estado existe para proteger los derechos individuales y proporcionar servicios públicos a cambio de obediencia. Ese papel del estado ha sido generalmente aceptado aun cuando no por unanimidad y él mismo no cumpla cabalmente su función, pero cuando el estado va más allá del contrato para transferir recursos y riqueza, su legitimidad se cuestiona y crece el descontento. Este contrato entre la sociedad y el estado no es una descripción histórica, sino más bien un estándar para medir el papel del estado que ha ido mucho más allá del concepto limitado del contrato original.
Los políticos son descritos como maximizadores de votos y lo único que les interesa es retener sus “huesos.” Para conseguirlos usan estrategias que van desde la compra de los mismos hasta la intimidación y el chantaje. Prometen a los votantes obras y beneficios sin importar costos y sabiendo que no van a cumplir. El ejemplo clásico de este tipo de engaño, es el ciclo político de los negocios, mediante el cual los gobiernos antes de las elecciones incrementan el déficit público o el dinero en circulación para proyectar una imagen de bonanza artificial, con grandes costos económicos a futuro, pero que normalmente se sentirán hasta después de la elección. Cuando en algún país ha existido una dictadura, con más ferocidad pelean el no perder ese poder.
Buchanan y Tullock aseguran que los presupuestos de los gobiernos del mundo, son mínimo el doble y a veces hasta cinco veces de lo que deberían de ser en una administración eficiente. Pero los políticos y burócratas establecen como uno de sus objetivos primordiales el de “tamaño,” o construcción de su emporio. Es bien sabido que en las burocracias “tamaño” representa poder, ingresos, mordidas, status, y la visión de su futuro se incrementa con el tamaño de su agencia, departamento, Secretaría. Los burócratas como los primeros elementos de esta estructura, son proveedores de sus monopólicos servicios para los políticos. Los políticos como segundo elemento, son los supervisores de los burócratas y representan grupos con gran demanda por esos servicios. Los grupos de interés especiales son el tercer elemento -empresarios, sindicatos etc.,- y normalmente los que buscan es que se les incluya en el reparto de dulces, ir al juego, pero con las cartas marcadas.
Fueron muchas las conversaciones que sostuve con ambos hombres en relación a la situación de México. Los dos coinciden en afirmar que México es un ejemplo clásico del Public Choice. Desde el Pacto de Calles, la estructura política del país se desarrolló para servir los intereses de los revolucionarios y no para servir al pueblo. La estructura política mexicana se organizó como la Mafia, de arriba hacia abajo, para servir a los intereses de sus miembros y no a sus “mercados.” El estado creció de una forma ridícula por interés de los políticos y no por ideología. Llegó un momento en nuestro país afirman, en el que el estado -la familia revolucionaria- controlaba el 80% de la economía nacional, situación ilógica, injusta, y ridícula.
Estos dos grandes intelectuales afirman que algo muy positivo para México sería que todos esos elementos desaparecieran. Uno de los secretos del éxito de Japón y Alemania, es que precisamente todos esos grupos desaparecieron en la Segunda Guerra Mundial. Grupos como los que hemos enumerado, que solo dedican tiempo y esfuerzo a la distribución y no a la creación y producción del pastel nacional. De esa forma, ambos países tuvieron la oportunidad de empezar de cero, sin la hemorragia de riqueza física, financiera, económica, moral que provocan esos parásitos sociales. Cuando se presentan este tipo de situaciones, las consecuencias económicas pueden ser infinitas, como las que ya sufrimos cuando los revolucionarios decidieron sabotear el país en 1994. Es por tal motivo que al Public Choice se le llama la “economía de la política.”
Los revolucionarios de nuevo aferrados al poder, están utilizando todos sus trucos aprendidos en más de 70 años de trampas, de fraudes, de robos para iniciar una segunda ronda de otros 70 años de opresiones. La burocracia mexicana crece como nunca y se aferran a lo que tanto despreciara Buchanan en su Public Choice; el estatismo, impuestos pretorianos y los déficits que se dibujan en el horizonte y se asemeja a la vieja figura de Lord Keynes.

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