Saturday, December 3, 2016

Cartas a la gobernadora electa (II)



“EN LAS COLONIAS ESPAÑOLAS LOS RICOS ERAN MIEMBROS DE LA IGLESIA, EL EJÉRCITO O DE LA BUROCRACIA VIRREINAL, PORQUE ERA DONDE SE HACÍAN RICOS SIN TRABAJAR. LA ÚNICA FÓRMULA PARA DETENER ESE SAQUEO ES PROVOCANDO QUE EL ROBO SEA MÁS ONEROSO QUE LAS ACTIVIDADES LEGALES.”

RICARDO VALENZUELA
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Querida Claudia.
Hace un par de meses, antes de la elección, publiqué dos notas tituladas; "Cartas al próximo gobernador o gobernadora", puesto que, conociendo las prácticas gansteriles de la gavilla que todavía ostenta el poder político del estado, era difícil predecir con cierta seguridad lo que se convirtió en una hazaña por demás admirable; la forma en que galantemente enfrentaste el reto para derrotar a los mercaderes, y expulsarlos de los tabernáculos del poder.




En la primera nota describía la contextura del castillo de los monstruos al cual ahora tienes que penetrar. Identificaba los problemas financieros que ahora heredas desde endeudamientos impagables, hasta los faltantes provocados al enfrentar ingresos contra egresos estatales. Comparaba el estado con una barca en medio de una rugiente tempestad y, como la barca de Guaymas, sin vela y sin ancla a punto del naufragio.
En la segunda me abocaba al enfermo corazón de esta humanidad estatal, la economía. La gente perdona casi todo cuando la economía crece, prospera y ofrece amplias oportunidades. Bill Clinton ha sido un presidente de EU que se vio involucrado en infinidad de problemas. Sin embargo, cuando la oposición trató el procedimiento para su desaforo, se toparon con la poderosa pared que construye una economía boyante y una sociedad que, al subir a la balanza economía y pecados presidenciales, decidieron perdonarlo.
Pero nada de lo que señalo en esas dos notas se podrá lograr si no se ataca con mano firme y decisión, el problema señalado la semana pasada en una nota ya dirigida a ti. El establecimiento de un estado de derecho que regrese la confianza de los sonorenses a las instituciones políticas. Un estado de derecho promovido, provocado y vigilado por un sistema judicial limpio, autónomo y profesional.
Alexis de Tocqueville fue un alto funcionario del gobierno de Francia que visitó los EU a principios del siglo 19. Hay que señalar este hombre provenía de un país con una reciente revolución fracasada. Después de recorrer extensamente la nueva nación, quedó verdaderamente impresionado de su organización social, su dinamismo y su libertad que mezclaban el cemento que daría las bases de la novel república. Fue tal la impresión de Toqueville, que lo llevaría a publicar su famoso libro, "Democracia en América", en el cual pronosticaba los EU, en menos de cien años, serían la nación más rica y poderosa del mundo.
Entre los rasgos más importantes de la fisonomía del nuevo país que provocaran la afirmación de Tocqueville, era su novedoso sistema judicial. Un sistema cuyas raíces se podían rastrear hasta los pensamientos de John Locke y sus derechos naturales del hombre, que fueran el primer golpe contra la justicia divina del Rey y la obediencia ciega de los súbditos. Tomando como referencia la "Common Law" de los países nórdicos, identificaba los peligros para la libertad ciudadana que representaba la inflación legislativa (más leyes, más corrupción) y la amenaza para la civilización que surgía del intervencionismo legislativo del estado. Ello, obviamente, había conducido a las colonias españolas en América a la corrupción.
Pero la apreciación más importante en las notas del francés, era cómo el sistema judicial de EU, traducido en estado de derecho, conducía a la sociedad hacia el viejo aspirado edén que fracasara en la revolución francesa, la libertad e igualdad, pero igualdad ante la ley, no el enfermo igualitarismo surgido en Europa y ya en el potaje de Marx.
La economía austriaca, mediante la Praxeología, define esa tendencia tan humana para constantemente tratar de mejorar nuestras condiciones materiales. ¿Cómo lograrlo? mediante el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio y a veces el sufrimiento. Pero cuando el ser humano descubre que existe otro camino menos oneroso para lograrlo, surge la expoliación y el robo, sin que puedan impedirlo la religión o la moral. En las colonias españolas los ricos eran miembros de la iglesia, el ejército o de la burocracia virreinal, porque era donde se hacían ricos sin trabajar.
La única fórmula para detener ese saqueo, es provocando que el robo sea más oneroso que las actividades legales. Es lógico pensar que la ley debiera tener como finalidad utilizar su fuerza para preservar la justicia. Sin embargo, lo más frecuente es que la ley, "sin sanción", provoque la fuerza termine en manos de quienes legislan. Eso es lo que causa la pervención de la ley. De esa forma, en lugar de ser un freno contra la injusticia, se convierte en el más poderoso instrumento de lo contrario, la injusticia.
Hace casi 60 años se quejaba Gilberto Valenzuela: “Todavía existen en México funcionarios públicos que sustentan la tesis de aquel Coronel revolucionario que decía: De qué me sirve ser Coronel si no he de cometer ningún abuso; funcionarios públicos que consideran lícito aprovechar su investidura para enriquecerse, enriquecer a sus amigos y aduladores; que consideran lícito y plausible impedir que el pueblo manifieste libremente su voluntad soberana; todavía existen en México autoridades que se niegan a cumplir con su misión trascendental de mantener el orden social en armonía con la libertad individual, castigando serena, pero legalmente los delitos que se cometan, ya sea por estudiantes, agitadores, millonarios o mendigos.”
Pero seguimos lidiando con los mismos actores por una sola razón, la impunidad.
Gary Becker -premio Nobel de economía- escribió su ensayo, “La economía del crimen y el castigo”, afirmando que: “el monto de la criminalidad está determinado no solo por las preferencias de los criminales, sino también por el entorno económico y social creado por las políticas públicas. Becker concluyó que, en la medida que se elevara la probabilidad de ser capturados, y los castigos fueran realmente severos, criminales responderían buscando dedicarse a otras actividades y se abatiría el crimen.
Las esperanzas de crear mejores sociedades se basan en acciones libres y voluntarias dentro de los límites del derecho; la ley y su fuerza sólo deben ser usadas para la administración de la justicia universal.
Dios nos ha dado lo necesario para lograr nuestros destinos; formas humanas y sociales. Estos órganos se constituyen para que se desarrollan harmoniosamente en la libertad. Lejos de “los organizadores.” Lejos de sus pinzas, tenazas y cadenas. Lejos de los caprichos de los administradores del gobierno, de su ingeniería social, tarifas, las escuelas del Estado, de sus regulaciones, su igualitarismo a través de mercenarios impuestos y de sus piadosas moralizaciones.
Claudia, los sonorenses piden castigo para aquellos que saquearon al estado. Si la impunidad persiste, la flor continuará marchitándose junto con el futuro de Sonora.

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