Sunday, December 11, 2016

GUERRA CONTRA LA GUERRA

REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
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            Desde el asalto de los gobiernos en la toma de las economías, la bandera utilizada ha sido esa MATRA que los cubre con ropajes de redentores para rescatar al pobre de las mandíbulas del descorazonado mercado que, según ellos, es responsable de todas las injusticias del mundo: “la guerra contra la pobreza.” Erigiéndose como jueces supremos, deciden quienes suben y quienes bajan, emergiendo ese edificio burocrático en que se ha convertido la industria de esa lucha tan redituable, menos para quienes debe beneficiar.

   
         Esto se ha llevado a los extremos que, en los EU, bastión del liberalismo, el gobierno llegó a controlar más del 50% del ingreso nacional. Sin embargo, hace dos décadas se inició la reversa a esa enfermedad que postra a Europa de nuevo en su euroesclerosis. Bush, ha ya desenfundado sus armas enviando señales que sólo unos cuantos descifran: provocar cambios a nivel global de la magnitud de los ejecutados por aquel trío; Reagan, Thatcher, Juan Pablo II.

            Un tema que enfrenta a todos los sectores del mundo, es el definir cual es—si debe de haber—la responsabilidad de los gobiernos en el tejido de esa red de seguridad para sus miembros más frágiles, evitando el arribar a ese estilo europeo que mantiene empantanado al continente el cual, parece ya haber asumido el dicho mexicano; “que te mantenga el gobierno.”

            Es un hecho el que The New Deal y The New Society activados por Roosevelt y Johnson, han sido un fracaso y una nueva doctrina Bush emerge. “Si se quiere ayudar al pobre” afirma, “liberémoslo de su dependencia creada por el sistema; liberemos sus comunidades del crimen; démosle la educación requerida para competir en esta nueva economía, lo cual, requiere la vulcanización del sistema educativo secuestrado por su sindicato; permitámosle disfrutar de los frutos de su trabajo sin gravar su ingreso.”

            Los líderes políticos de los EU, han entendido el que esa batalla sólo ha creado una nueva forma de depresión cuando ciudadanos dependientes del sistema, desarrollaban complejos de inferioridad que no les permitía siquiera atreverse a la búsqueda de un empleo. Pero mas graves han sido las consecuencias psicológicas de ese complejo combinado con una nula auto lástima: Resentimientos sociales entre ellos, sus hijos y sus descendientes. Esa falta de auto lástima ha provocado conductas destructivas como adicciones, crimen, violencia, la eterna irresponsabilidad, hogares disfuncionales y fracaso por generaciones.

            Surge ya consenso aceptando el que, sí la pobreza permanece, las causas no son las trilladas fallas del mercado, sino la fatal guerra en su contra que refuerza esas actitudes autodestructivas. Bush entiende cómo los mercados libres son dinamo de oportunidades, creación de empleo y riqueza. Fuimos testigos de la transformación de la empresa americana cuando en los años 80s en respuesta a la competencia mundial se adelgazaron, aumentaron su productividad y calidad, prosperaron y lideraron el nacimiento de una nueva economía.

            La guerra contra la pobreza ha descansado sobre la falsa premisa de que, el mercado libre crea una clase permanente de pobres, lo cual, ha formado una cultura de repartidores y fieros demandantes de riqueza mientras que, a sus creadores se les acosa. Bush, se prepara para derrumbar ese edificio desmantelando una serie de programas anti pobreza para dedicar esos dineros a educación, y sobre todo, dejarlo en el flujo de la economía privada.

El fracaso del modelo europeo basado en la creencia de que el mercado libre es peligroso y hay que atarlo con infinidad de trabas como el cuento de Gulliver, al igual que el fracaso del comunismo, es el sello de la era. En Europa ello es ahora una profecía hecha realidad cuando estableciendo regulaciones, mandatos e impuestos destructivos a sus economías para sostener la agujerada red, reportan crecimiento a la mitad de EU, formación de empleos a menos de la mitad y niveles de desempleo del doble.

            El caso del Distrito Federal es—proporción guardada—similar al que vivió los EU cuando Roosevelt inició su asalto inventando el concepto de “redistribución:” Se procede al reparto “más equitativo” de los dulces. El problema es que en México nadie crea esa riqueza que el Robin Hood del DF se ha dedicado a repartir, y mas grave, ahora convoca para hacerlo a nivel nacional.

            Pero para que funcione el dicho: “que te mantenga el gobierno,” éste debe producir y lo único que produce son trabas a esa creación de riqueza y reyes propietarios de monopolios. Pero el mexicano es redentor social, conoce los caminos por donde llevar el ejercito de miserables que por el misticismo de su hambre, siguen a ese que no da de beber porque no tiene qué, si no es arrebatando y con factura política.

            Riqueza es resultado de un programa de valores. Los gobiernos son parásitos y no la crean; solamente la consumen y disponen de ella. Claro, los gobiernos pueden hacer ricos a unos pero despojando a otros. La riqueza es producida por individuos armados con motivación, autoestima, autodisciplina, honestidad y respeto para los demás. Pero ello es inválido si no hay libertad de intercambio, respeto a la propiedad privada, santidad de los contratos y protección para los actores.

            Ese paternalismo que pretende revivir, despoja al hombre de sus oportunidades morales sin permitirle aprenda de la experiencia y el ejemplo. Debilita la facultad moral de que cada uno elija su propio destino. Y considerando al individuo incapaz de elegir, gobiernos populistas los convierten en seres incompetentes. Los arrojan a un mundo de edictos y proscripciones, provocándoles pánico independencia personal y a la responsabilidad individual.

            Un individuo autónomo admite sus inconsistencias, sus impulsos gobernados por la furia pero, aun así, insiste con una exigencia: garantízame la dignidad de elegir mis conductas, y cárgame con la responsabilidad mis actos. Si sospechas de mi lado oscuro, déjalo mostrarse y ponlo a prueba. La primera consecuencia moral de la libertad, es la dignidad, el romántico sentir que uno es el capitán de su propia alma al disfrutar el devenir de su existencia.

            La revolución política estableció la primacía de los derechos individuales y el principio de que el gobierno es un sirviente del hombre, no su señor. La revolución económica aportó un entendimiento del mercado. La Revolución Industrial expandió radicalmente la aplicación de la inteligencia al proceso de producción. Pero la humanidad nunca rompió con su pasado ético. El principio ético de que la habilidad individual es un haber social, es incompatible con una sociedad libre. Si la libertad ha de sobrevivir, necesitamos una cuarta revolución, una revolución moral, que establezca el derecho moral de un individuo para vivir por sí mismo.

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