Sunday, December 11, 2016

CONTRA LA POBREZA Y EL HAMBRE…LIBERTAD

REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
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“No por la benevolencia del carnicero, panadero o del lechero es que tengo la cena sobre mi mesa. Sino por su ambición para obtener una ganancia y, siguiendo ese personal objetivo, sin proponérselo están beneficiando a la comunidad”.

Adam Smith

Hace unos días el presidente Peña Nieto elocuentemente anunció la nueva guerra contra el hambre. La notificación me ha dejado con escalofríos. Desde que tengo uso de razón he venido escuchando declaratorias de guerra contra la pobreza y el hambre de parte de todos los gobiernos del mundo. Sin embargo, en el campo de batalla, después que el humo de los cientos de billones disparados en la cruzada se desvanece, los pobres continúan pobres,  hambrientos y multiplicándose.




La lucha de los gobiernos contra el hambre y la pobreza, es un excelente negocio para los políticos y asociados. Produce infinidad de posiciones para burócratas en donde circulan miles de millones. Yo pregunto ¿Es responsabilidad del Estado acabar con la pobreza, o, el estado es el causante de tanta pobreza? Un gobierno que asume la responsabilidad de alimentar a su población porque tiene hambre, es algo realmente trágico y yo identificaría el problema para describir un Estado, que debe ser un estado de derecho y no de bienestar, en un estado fallido.

El que el presidente hiciera una fastuosa convocatoria nacional para combatir el hambre, es una verdadera vergüenza. ¿Cómo es posible que después de 200 años de vida independiente todavía haya en México gente muriéndose de hambre? Hay algo más profundo que el simple hecho de un presidente que pretende convertirse en benevolente panadero, lechero, carnicero y alimentar a sus súbditos. ¿Cuál es la causa de esta vergüenza que ahora provoca más engordamiento del estado de bienestar?

Uno de los graves problemas desarrollados el siglo pasado, fue el de gobiernos guerreros en contra de la pobreza. Sin embargo, con una miope visión concentraron sus esfuerzos en su “repartición equitativa” sin preocuparse de cómo se debía de crear. Los gobiernos no son fuentes de riqueza, son parásitos que la consumen y disponen de la producida por individuos. Si realmente estamos preocupados por el bienestar de los miembros desprotegidos de nuestra sociedad, es hora de que entendamos lo que realmente crea esa riqueza antes de gritar; ¡redistribución!

Hay infinidad de teorías, pero cualquier gente razonable entenderá que, para lograr ese ansiado bienestar se requiere motivación, autodisciplina, auto respeto, honestidad y respeto para nuestros semejantes. Pero todos estos atributos, son inservibles si a nivel sociedad no tenemos libertad para comerciar, un respeto holístico de la propiedad privada, una santidad en el cumplimiento de los contratos y, sobre todo, protección a mi derecho de lograr una ganancia lícita. Sin embargo, estas instituciones que permiten la creación de riqueza, son los blancos principales de los gobiernos ineptos y tiranos.

En México no entendemos el papel de la propiedad privada. La propiedad privada crea un poderoso incentivo para adoptar conductas de responsabilidad social. Es por ello que hasta los más humildes propietarios de sus viviendas las cuidan de forma especial. Cualquier acción en contra de los derechos de propiedad como expropiaciones, altos impuestos, reduce dramáticamente los incentivos para desarrollar esas conductas socialmente responsables.

Hace unos días Axel Kaiser, Director Ejecutivo de la Fundación para el Progreso, publicó un interesante artículo al respecto con el cual coincido 100% y afirma:

“Usted lo ha oído mil veces: los pobres no pueden salir adelante por sus propios medios, por lo tanto, requieren de todo tipo de subsidios, ayudas, tutelas del estado y hasta alimentación. Este es el clásico discurso de la izquierda. También es, lamentablemente, el discurso que caracteriza a sectores vinculados a la iglesia católica, que todavía actúan como si hubiera per se algo de bueno en ser pobre y algo pecaminoso en ser rico. Estos grupos tienden a exaltar la pobreza cayendo en una lógica de víctimas y victimarios. Con buenas intenciones insisten en fórmulas estatistas de probada ineficacia para atacar la pobreza, como son el aumento del salario mínimo, mayores impuestos y más redistribución.”

La idea de que los pobres no pueden ser arquitectos de su propio destino, no solo se basa sobre una arrogante pretensión de superioridad intelectual y moral, es totalmente falsa. Antes de la revolución industrial, el 99.9% de la población mundial vivía en condiciones que hoy consideramos de extrema miseria. Nuestros antepasados eran todos pobres. Si la pobreza determinara la incapacidad para salir de ella, entonces ¿cómo se explica la riqueza creada en los últimos 250 años? Por lógica, si los pobres no pudieran crear riqueza, todos debiéramos seguir siendo pobres.

El impresionante incremento de la calidad de vida de la humanidad, surgió de la creatividad y empuje de los pobres del pasado actuando en libertad. Ellos nada recibieron del estado para crear toda esa riqueza, más que libertad para hacerlo. Lo mismo estamos atestiguando en las revoluciones económicas liberales en Asia. Han liberado a cientos de millones de la pobreza y no como producto de la redistribución de los gobiernos. Al contrario. Es el resultado de una inteligente retirada de los viejos esquemas socialistas e intervencionistas abriendo espacios a la libertad y creatividad de los pobres.

Según el cálculo de Hernando de Soto en El misterio del capital, los pobres del mundo han logrado acumular capital por una cifra superior al valor de todas las empresas listadas en la bolsa de valores de los veinte países más desarrollados del mundo.

No es falta de capacidad. El problema es otro: el ideologismo e ignorancia que impide entender las fuerzas del espíritu humano responsables de la creación de riqueza, y que se encuentran igualmente presentes en todos los sectores de la sociedad esperando ser liberadas. El llamado Otro Sendero de Hernando de Soto, son los millones de humildes empresarios que, al no tener los medios para lidiar con la corrupción de la burocracia y los candados del estado, han descendido a las catacumbas de la informalidad para zafarse de permisos, mordidas, licencias, inspecciones, regulaciones.

Si esos pobres, al huir de la rapacidad de la burocracia y actuando en los subterraneos, han sido capaces de crear esa riqueza, Presidente Peña Nieto, imagínese lo que podrían hacer en un ambiente de libertad y seguridad. Le propongo un experimento Presidente, establecer una ciudad libre, estilo Hong Kong, en la región más paupérrima del país y le aseguro que, al ver los resultados, usted mismo las empezaría a promover por todo el territorio nacional.

Sí, vamos dándole de comer al hambriento, pero también hay otros hambrientos, los hambrientos de libertad. Vamos dándoselas Presidente, para lavar esa vergüenza de tener un país donde su gente ni siquiera puede comer.





GUERRA CONTRA LA POBREZA
Ricardo Valenzuela


            Hace un par de años, el gran filosofo libertario, David Kelly, participaba en un programa de TV cuando lo fusilan con una pregunta: ¿Quién piensa usted ha hecho más por el bienestar de la humanidad, Mike Milken o la madre Teresa? Kelly sin titubear responde; por supuesto que Mike Milken.

            Milken, es el famoso financiero inventor de los bonos de alto rendimiento a quien, Rudy Guliani, lograra etiquetar como el mas despiadado de los capitalistas y coronando su esfuerzo, lo enviara a prisión mediante una serie de trucos legales, para así catapultar su carrera política. Pero el argumento que más impactaba el jurado que lo condenara, fue que durante el año de 1987, Milken tuviera un ingreso de 570 millones de dólares, superior inclusive, al del Banco de Inversión en el cual prestaba sus servicios.

            Kelly, al observar el asombro de los participantes continúa. Para que existan las madres Teresas, primero deben de emerger los Mike Milken, los Bill Gates, los Rockefeller. Es decir, para que haya repartidores de riqueza, como lo fue esa santa, primero tienen que existir sus creadores, porque normalmente los repartidores profesionales, jamás han creado absolutamente nada.

            Uno de los graves problemas desarrollados el siglo pasado, fue el de gobiernos guerreros en contra de ese cruel enemigo, la pobreza. Sin embargo, con una miope visión concentraron sus esfuerzos en su “repartición equitativa”, sin preocuparse de cómo se debía de crear. Los gobiernos no son fuentes de riqueza, son esencialmente parásitos que la consumen y disponen de la producida por individuos. Si realmente estamos preocupados por el bienestar de los miembros desprotegidos de nuestra sociedad, es hora de que pongamos entendamos lo que realmente crea esa riqueza antes de gritar; ¡redistribución!

            Hay quienes piensan la riqueza depende de recursos naturales. Sin embargo, América Latina y África, son regiones exageradamente ricas en recursos naturales, pero son también habitadas por los seres humanos más pobres del planeta. En contraste, Inglaterra, Hong Kong, Japón, Taiwán, Suiza son pobres en su naturaleza, pero habitados por las sociedades más ricas del mundo. Otros podrán argumentar que el colonialismo nos empobreció, pero Australia, Nueva Zelanda, los EU, Hong Kong, Canadá fueron en su momento también colonias.

            Hay infinidad de teorías, pero cualquier gente razonable entenderá que, para lograr ese ansiado bienestar se requiere motivación, autodisciplina, auto respeto, honestidad y respeto para nuestros semejantes. Pero todos estos atributos, son inservibles si a nivel sociedad no tenemos libertad para comerciar, un respeto holístico de la propiedad privada, una santidad en el cumplimiento de los contratos, y sobre todo, protección a mi derecho de lograr una ganancia lícita. Sin embargo, estas instituciones que permiten la creación de riqueza, son los blancos principales de los gobiernos ineptos y tiranos.

            En México no entendemos el papel de la propiedad privada y así, sucumbimos ante charlatanes. La propiedad privada crea un poderoso incentivo para, de forma voluntaria, adoptar conductas de responsabilidad social. Es por ello que hasta los más humildes propietarios de sus viviendas las cuidan de forma especial. Cualquier acción en contra de los derechos de propiedad como expropiaciones, altos impuestos, reduce dramáticamente los incentivos para desarrollar esas conductas socialmente responsables. Los contratos son el lubricante de la actividad económica y la creación de riqueza, sin ellos se colapsa.

            Cuando el humo de la demagogia se disipa, nos damos cuenta de que la gente libre y de mente libre son los creadores de la riqueza. Hay países que lo entienden y son los que mantienen altos niveles de libertad y eso, les permite gozar de el beneficio de los creadores de riqueza.

            Sin embargo, tenemos la otra cara de la moneda, los compasivos repartidores en un fenómeno que ha causado algo que se podría definir, como la castración de la humanidad. El inventor del sistema de bienestar social, Bismarck, en una ocasión le exponía sus motivos a William Dawson, quien luego implementaría el New Deal: “Mi idea fue la de sobornar a las clases populares, o mas bien, llevarlos a una dependencia que los hiciera pensar del estado como una institución responsable de su bienestar.”

            Lo que el gobierno regala, por ejemplo en forma de subsidio, es porque se lo expropia a alguien mas. El gobierno no tiene dinero ni crea riqueza y si bendice a los agricultores con subsidios, es dinero que se deba de restar a educación, salud, protección. Si López Obrador regala despensas, es porque deja de recoger la basura de la ciudad. Si hay subsidios para electricidad, es porque le restan al mantenimiento de carreteras.

            Al nacer los gobiernos “responsables” por sus hijos, como red fueron tejiendo un manoseo artificial de todos sus eventos en lo que Von Mises bautizó como, el Destruccionismo, para arroparnos en una nueva forma de socialismo en el cual, el estado sin ser ya propietario de los medios de producción, decide quienes son ganadores y perdedores



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