Saturday, December 17, 2016

¡Se los dije!





“Lo más triste, es que el señor acuda al “se los dije” como un reproche y explicación del por qué, la economía en estos momentos se nos va por el caño.”


RICARDO VALENZUELA
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Hace días, un conocido político recordaba y comentaba, con el patético “se los dije” en la boca, un documento que produjera tiempo atrás. En el 2001 apareció este ensayo producido por el diputado priista, Oscar Levín Coppel. Es interesante repasarlo porque, después de 15 años, nos damos cuenta que la ideología que permanece incrustada en la mente de nuestros representantes, es la misma con la que, durante siete décadas, nos hundieron en el más cruel vía crucis para hacernos perder todo el Siglo XX, regresado ahora para adueñarse también del nuevo Siglo. 


 
En el 2001 Levín Coppel narraba cómo un grupo de diputados se habían reunido con los pensadores,  periodistas y economistas más destacados del país, en lo que describe como una interesante tormenta de ideas, para de esa forma, conjugar mejor sus esfuerzos con otros representantes populares y, sobre todo, con los del ejecutivo de la nación. Pasaba luego a exponer su primera barrabasada afirmando: “Nadie arremetió contra los mercados libres, la globalización, o la nueva interdependencia de las economías mundiales. Simplemente se habló de lo que se podía hacer para enfrentar la crisis. El compromiso era tejer fino.”
Continuaba Levín con una agresiva crítica al gobierno federal, por lo que él llamaba una actitud de “austeridad contemplativa.” Es decir, su queja era que el gobierno no ejecutaba acciones que podrían prevenir los problemas del país, y permanecía inmóvil mientras pasaba el mal recesivo. Continuaba Levín: “Yo estoy de acuerdo con quienes aconsejan a los gobiernos, ante la emergencia, ofrecer bonos compensatorios a las empresas que mantengan su planta laboral, proyectos de infraestructura, sustitución de importaciones, orientar a los consumidores a la compra de productos nacionales, crear cadenas productivas entre empresas, para asegurar su sobrevivencia, programas de construcción de vivienda. Todo esto muy al estilo de lo que plantea la nueva social democracia.”
En aquellos momentos me pareció estar escuchando a Echeverría en los años 70. ¿Cómo era posible que un Diputado Federal, en pleno siglo 21, tuviera incrustadas en su mente las mismas ideas con las que se destrozó el país?” Era la defensa del clásico Estado “compensatorio,” ese viejo Estado aferrado a ser el rector de las economías nacionales. El Estado intruso y activista que tanto promovió Echeverría con su grito: Arriba y adelante. ¿Cómo era posible que el Sr. Diputado, al inicio de su escrito afirmara: “Nadie arremetió contra la libertad de mercados,” al tiempo que expone todo lo contrario? 
Lo que este hombre describía en su perorata, era la política económica que promovió Raúl Prebisch desde la CEPAL, quien durante tantos años se dedicó a encadenar a los pueblos de América Latina, en aquella red de miseria y dependencia que tanto aplaudía el FMI. Desde 1960, este hombre había iniciado un ataque frontal a las posibles libertades del mercado, con su sesgo de izquierda nacionalista. Prebisch, con sus grandes dotes como orador, pero su falta total de cultura económica —era Contador Público— se dedicó a promover lo que aquellos días Levín tanto añoraba; control de importaciones, tasa de cambio por debajo del punto de equilibrio, excesiva expansión monetaria, altos impuestos, rechazo al capital extranjero, monopolio y control del gobierno de “actividades estratégicas”.
Proseguía nuestro personaje: “Lo mismo podemos decir sobre el empeño gubernamental, al grado de obsesión, para mantener el equilibrio de las finanzas públicas y los sucesivos recortes presupuestales, que no resuelven nada. O bien, su autocomplacencia en el manejo y control de la inflación y el tipo de cambio, sabiendo con ello se posponen las expectativas de crecimiento económico. Hay una suerte de renuncia a la política. Nuestro problema no es de orden técnico sino político.” Aquí el Señor no solo idealizaba a Prebisch, ahora nos daba un tour por las ideas y conceptos de Keynes —mismas que en los años 70 causaron el grave problema de staglacion; inflación con recesión.  
Luego, el Sr. Representante identificaba esto como un problema político, no un problema económico. Claro, políticamente es mucho más atractivo para ciertos segmentos —especialmente “los políticos”— empuñar esa bandera para resolver el problema así; Políticamente. Simplemente tomando el manual de Prebisch, “Introducción a Keynes,” para ordenar al Banco Central el inicio de la emisión irresponsable de moneda, arremeter la andanada de obras e inversiones públicas, iniciar la famosa “devaluación competitiva,” más activismo gubernamental y el endeudamiento irresponsable. Tal vez debería haber agregado lo expresado por Keynes; “en el largo plazo todos estaremos muertos”.  
Lo más grave del panorama, es que el Sr. Levín podría sentirse muy complacido puesto que, lo que solicitaba, con su partido de nuevo en el poder, es lo que ha estado implementando en estos cuatro años, mientras el país lentamente expira ante ese activismo. Pero el Sr. Levín no está solo, tiene un gemelo ideológico de nombre, Donald Trump. A l igual que nuestro personaje, Trump promueve el nacionalismo, sustitución de importaciones, inversiones del estado, compensar empresas que mantengan la planta laboral, gravar maquiladoras, más intervención del estado. Lo único que le falta a Trump, es un buen grito de guerra como “Up and Forward” (arriba y adelante).
Lo más triste, es que el señor acuda al “se los dije” como un reproche y explicación del por qué, la economía en estos momentos se nos va por el caño. Él piensa que las pendejadas de Peña Nieto no han sido lo suficientemente pendejas, pide el relevo de pendejos, porque si no, nos hundimos.
Cerraba Levín: “Los serviles amigos del Presidente, deberían saber que los votos no son suficientes para justificar la desidia en el ejercicio del poder. Tenemos un gobierno pasmado ante las vicisitudes de la economía mundial. Poco probable resulta que logren cambiar con éxito el conocido principio del liberalismo económico para dejarlo hoy en: dejar de hacer, dejar pasar.”
Pero no deberían de sorprendernos estas actitudes de un político que, desde 1967, solo ha conocido eso, la grilla burocrática y el “no dejar pasar, sin manotear”.
Señor ex Diputado; durante 70 años se hizo lo que usted propone y los resultados ya los conocemos, son los mismos que han estado emergiendo estos cuatro años. Mientras más activismo del gobierno, más destruye, y como recientemente le afirmara el senador Búrquez Valenzuela al Secretario de Hacienda, la solución está en la sociedad civil, no en el activismo del gobierno. Levín Coppel desde la tribuna de otro de sus huesos (CONDUSEF), afirma promover y difundir la cultura financiera. Sr. Levín, mejor “Dedíquense a tejer fino… pero en su casa.”

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