Thursday, October 27, 2016

Peje, ya vete a La Chingada




“Para gente como el Peje el problema no es pobreza, sino desigualdad, en algo que solamente es la idealización de la envidia muy adornada con estupidez.”


RICARDO VALENZUELA
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En cierta ocasión el filósofo libertario David Kelly participaba en un debate cuando, tratando de sorprenderlo, lo fusilan con una pregunta: ¿Quién piensa ha hecho más por el bienestar de la humanidad, Mike Milken o la madre Teresa? Kelly, sin titubear responde; “por supuesto que Mike Milken.”
Milken es el inventor de los bonos de alto rendimiento a quien Rudy Guliani lograra etiquetar como el más despiadado de los capitalistas para, mediante trucos legales, enviarlo a prisión y así catapultar su carrera política. Pero el argumento que más impactaba al jurado que lo condenó, fue que durante el año de 1987 Milken tuviera un ingreso de 570 millones de dólares, no robados, producidos a base de sus esquemas financieros creando valor.


 
Kelly, al observar el asombro de los participantes, continúa: “Para que existan las madres Teresas, primero deben de emerger los Mike Milken, los Bill Gates, los Michael Dell. Es decir, para que haya repartidores de riqueza, primero tienen que existir sus creadores porque, tradicionalmente, los repartidores profesionales jamás han creado nada.”
Una de las peores agresiones históricas al sentido común, ha sido el brote de gobiernos en su cruzada en contra de la pobreza puesto que, sin excepción, siempre terminan empobreciendo aún más a la población. Sin usar sentido común, concentraron sus esfuerzos en la “redistribución” sin preocuparse de cómo se debía de crear. Los gobiernos nunca han sido fuentes de riqueza y al desviarse de su función de realmente gobernar protegiendo a los ciudadanos, se convierten en parásitos que inmoralmente disponen de ella. Si nos preocupa el bienestar de los miembros desprotegidos de nuestra sociedad, es hora de entender lo que realmente crea esa riqueza antes de gritar: ¡redistribución!
Algunos piensan depende de recursos naturales. Sin embargo, América Latina y África son regiones dotadas de ilimitados recursos naturales, pero refugio de los pueblos más pobres del planeta. En contraste, Inglaterra, Hong Kong, Japón, Singapur, Suiza son pobres en la dotación de su naturaleza, pero habitados por las sociedades más ricas del mundo. Otros argumentan que el colonialismo nos empobreció, pero Australia, Nueva Zelanda, los EU, Hong Kong, Canadá en su momento fueron también colonias.
Sin embargo, cualquier gente con cierto coeficiente intelectual, entenderá que para crear riqueza se requieren elementos como motivación, trabajo, autodisciplina, educación. Pero todo ello es inservible si a nivel sociedad no tenemos un ambiente de libertad para comerciar, respeto a la propiedad privada, santidad de los contratos y, sobre todo, protección a los derechos del individuo para, con su trabajo, lograr una ganancia lícita. Pero todas estas instituciones que promueven la formación de capital, son los blancos principales de los gobiernos ineptos y demagogos.
Al final del día y cuando el humo de la demagogia se disipa, nos damos cuenta de que gente libre y de mente libre son los creadores de la riqueza.
Pero luego tenemos los repartidores compulsivos, tragedia que ha causado la castración de la humanidad. El inventor del “sistema de bienestar social”, Bismarck, exponía sus motivos a William Dawson: “Mi idea fue sobornar a las clases populares para llevarlos a una dependencia que los hiciera pensar del estado como el responsable de su bienestar de la cuna a la tumba.” Y cuando la gente escucha cómo son explotados por la tienda de raya, pero en el estado tienen a su Pepe el Toro, empiezan a pensar que “pueden y deben” tener lo que no han ayudado a producir.
Cuando un gobierno “supuestamente regala algo,” —Ej. En forma de subsidio— es porque lo ha expropiado a alguien más. El gobierno tiene sólo dinero de nuestros impuestos y si bendice a los agricultores con subsidios, se baja el cero y no toca a educación, salud o protección. Si López Obrador, en el único trabajo que ha tenido como gobernador del DF, regalaba despensas, es porque dejaba de recoger la basura en la ciudad. Si otorgaba subsidios para electricidad o pasajes en el metro, es porque le restaban al mantenimiento de calles, o peor, porque endeudaba la ciudad hasta la “seña vieja.” Y es que para gente como el Peje el problema no es pobreza, sino desigualdad, en algo que solamente es la idealización de la envidia muy adornada con estupidez.
Los gobiernos “progresistas” se dieron a tejer un manto económico—social tan artificial que Von Mises lo bautizó como el “Destruccionismo”. Así nos arroparon en una nueva forma de socialismo en el cual el estado, sin ser ya propietario de los medios de producción, decide quiénes son ganadores y perdedores. Es cuando los actores económicos en lugar de buscar ganancias “creando riqueza,” buscan rentas aseguradas por el estado y así nació también el sistema de “bienestar corporativo” y los empresarios pegados a la ubre del gobierno. Pero más grave, destruyó la autoestima y el futuro de las capas débiles de la sociedad, cuando entregan su recato y dignidad a cambio de las migajas entregadas por demagogos.
Este cáncer llevó, inclusive, a ciertos gobiernos a “legislar” la garantía de un ingreso para todos, trabajaran o no. Ese derecho a un ingreso garantizado por el gobierno, le daba el poder para despojar al individuo no sólo de su responsabilidad para labrar su destino, sino de su libertad y del control de su vida. Ha sido tal el efecto de estas políticas que en EU acaba de darse a la luz pública casos de violadores sexuales quienes, para cometer sus crímenes, utilizan VIAGRA proporcionada por el sistema de salud gubernamental.
Pero nuestro Peje, portando su clásica piel de oveja y con ese cinismo que lo caracteriza, expuso un plan económico para su presidencia cuyo pilar estratégico, además de fusilar a los ricos, era “reducirse el sueldo, fijar su residencia en el palacio nacional, revivir La Compañía de Luz y Fuerza del Centro, y convertir las islas Marías en el nuevo Disneylandia.” Los EU en los 80s enterraron a la Unión Soviética con su REAGANOMICS. A México, en manos del Peje Bolivariano, le esperaba su funeral con nuestro PEJECONOMICS.
Aunque la mona se vista de seda mona se queda. No se hagan bolas, la presidencia del Peje hubiera sido el evento que le permitiera a Fidel Castro morir en paz al haber coronado su sueño de colgar un cuete nuclear en la cola de su gran enemigo, el “Diabólico Imperio Norteamericano.” Si en el proceso México regresaba a la época de las cavernas, eso no era su problema porque además, él ya habría chupado Faros. Pero mi querido Bolívar tropical, perdiste otra vez y por más que patalees no te vamos a confiar el país. Así es que, ya es tiempo que te vayas a tu rancho pomposamente bautizado: La Chingada.

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