“No hagamos caso a los Keynes mexicanos que siempre aparecen en las esquinas con la poción del salvamento disfrazados de Quijotes en defensa de los débiles.”
RICARDO VALENZUELA
Hace algunos años un amigo y yo discutíamos la impresionante prosperidad de Hong Kong y analizábamos las causas de esa historia de éxito. En cierto momento de la conversación, yo señalaba que, además de su concepto de zona libre, una de esas causas era su sistema impositivo que establecía en un solo gravamen de 19% y se aplicaba exclusivamente al consumo. Mi amigo, miembro del PRD, me interrumpe para decirme: "no me parece justo que todos -ricos y pobres- paguen sobre una misma tasa. ¿No estás de acuerdo? Pienso unos momentos y le respondo: Tienes razón, quienes arriesgan sus capitales deberían de pagar menos.
Aun cuando mi respuesta fue irreflexiva, algo me decía que mi afirmación tenía mucho de lógica y razón. Alguien que invierte y "arriesga" su capital para producir satisfactores, empleos, riqueza etc, no merece se le castigue de esa manera. La formación de capital es lo que construye las economías, "los empleos," y el capital lo forman quienes invierten y arriesgan. Ahora, el obstáculo más importante que tradicionalmente han enfrentado esos aventureros inversionistas -los verdaderos no los que se pegan a la ubre del gobierno- son los tratamientos impositivos con los que, casi con odio, se les castiga por tratar de ganar dinero de forma honesta creando riqueza y formando capital.
Adam Smith escribió hace más de 200 años: “No por la benevolencia del carnicero, del panadero o del lechero es que tengo la cena sobre mi mesa; sino por su ambición”. Luego complementaba esa afirmación: “Los seres humanos buscando satisfacer esa ambición; logramos como consecuencia el bien de la comunidad siempre guiados por esa mano invisible”.
El famoso filósofo Robert Nozick, afirmaba que todo tipo de impuesto sobre ingreso constituye una forma de esclavitud y, por lo mismo, es totalmente injusto. Continuaba Nozick, lo más injusto es que al que produce más se le castigue con cruel saña. El manejaba el llamado “el principio de justicia”. "Cuando un grupo de gente se involucra en una justa y ventajosa aventura de cooperación en acuerdo con las reglas vigentes, y eso de alguna forma restringe su libertad pero produce ventaja para otros, los que se han sometido a esa restricciones y han sudado para producir esos resultados, tienen un derecho similar sobre aquellos que se han beneficiado".
Desde la avenida del New Deal después de la gran depresión de 1929, los gobiernos del mundo iniciaron la toma por asalto de todas las áreas de la sociedad y la forma más común en aquellos Estados que no querían ser tachados de "socialistas", fue a través de un sistema impositivo esclavizante. La Gran Bretaña, después de la Segunda Guerra Mundial, de alguna forma cayó en un secuestro ejecutado por el partido del Trabajo que llegó a establecer impuestos marginales hasta de un 90%. El declive de la gran nación se hizo evidente. Fue cuando en México se hizo popular la frase que tanto gustaba de utilizar Castillo Peraza: "Que te mantenga el gobierno".
Aun cuando Kennedy había atacado los impuestos marginales de hasta un 95% en los EU; a finales de los años 70’s dos economistas iniciaron el derrumbe de las teorías keynesianas que habían controlado al mundo; Pero lo hacían con un novedoso concepto. Robert Mundell y Art Laffer hablaban ahora de estimular la oferta no la demanda como lo decía la Biblia de Keynes. Ellos concluyeron que la mejor forma de estimular la oferta era reduciendo los impuestos que la oprimían y desangraban. Las teorías de Keynes sin duda incrementaban la demanda, pero no había oferta para encontrarla; eso dio origen a la famosa inflación con recesión. De esa forma nacía la teoría del Supply Side que se plasmó en una servilleta en la que Laffer dibujó su famosa curva en el restaurante Michael de la ciudad de Nueva York.
Sin embargo, Hong Kong tenía décadas aplicándola sin conocerla. Al abolir los impuestos sobre ingresos y ganancias, Hong Kong vigorizó su economía de tal forma que se convirtió en un ejemplo para el mundo. Pero tal vez lo más importante y no lo entienden los "progresistas"; Con esa poción el mercado de trabajo se vigoriza, la competencia incrementa primero la productividad y desde luego los salarios. A los trabajadores en Hong Kong no les importa pagar IVA puesto que no pagan impuesto sobre ingreso y sus salarios son altos producto de la formación de capital que se ha dado como consecuencia de esos incentivos fiscales y la libertad. ¿Resultado? A principio de los 70’s México y Hong Kong tenían ingresos per cápita similares. ¿Hoy día? México $8,000 y Hong Kong más de $45,000.
¿Qué más tiene Hong Kong? Es una zona libre que ha contagiado a China entera provocando crecimientos del 12%. ¿Algo más? Claro, no es una plebecracia adornada con un congreso de barbajanes que solamente se dedican a bloquear sus oportunidades de progreso.
Para los estatistas la economía ideal es aquella en la que el gobierno bolsea a "los ricos" para satisfacer las necesidades comunes como educación, salud, fondos de retiro, guarderías infantiles etc., creando las corruptas burocracias. Una economía liberal es aquella en la que el Estado recaba dinero sólo para proporcionar los servicios fundamentales. Como maldición, desde el Pacto de Calles el concepto original de libertad en México cambió. El grito de Zapata de tierra y libertad, parece significar estar libre de necesidades porque el Estado me las tiene que satisfacer, siendo que el concepto original era libertad para triunfar o fracasar por mí mismo.
Robert Mundell ganó el premio Nobel de economía en 1999 y sus ideas, como es natural, en los medios liberales cobraron calidad de dogma. No hagamos caso a los Keynes mexicanos que siempre aparecen en las esquinas con la poción del salvamento disfrazados de Quijotes en defensa de los débiles. La pretendida reforma fiscal mexicana parece haber sido creada por Clavillazo. Una verdadera reforma tendería a bajar al máximo los impuestos que estrangulan el crecimiento de la economía para compensarlos con gravámenes al consumo como en Hong Kong. Esa es una de las palancas que Calderón debe utilizar para catapultar la economía a los niveles requeridos. Porque primero hay que crear algo, para que después se reparta -y no precisamente el gobierno lo reparta pues ya sabemos lo que sucede-.
Es hora de que los mexicanos tomemos responsabilidad por nuestras vidas y futuro y dejemos asumir, como dice P. C. Roberts, actitudes como las de los ciudadanos de Roma a la caída del imperio quienes se ofrecían como esclavos a cambio de protección. Ahora, y como complemento, lo que Calderón tiene que hacer es entrarle de frente a las barbáricas políticas de gasto gubernamental tan avaladas por algunos congresistas cuando afirman: "Prefiero ser irresponsable con el presupuesto que con los pobres". Porque entre muchas otras cosas, eso es lo que los ha tenido pobres.
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