“NUESTRO ENHUARACHADO MARX SE DISPONE AHORA A LIBRAR LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS Y DESRIELAR LAS INSÍPIDAS REFORMAS QUE NAPOLEÓN PEÑA NIETO HA LOGRADO TRANSITAR POR UN CONGRESO DE ANALFABETAS ECONÓMICOS.”
RICARDO VALENZUELA
Como un reconocimiento a su trayectoria de gran estadista mexicano, Tata López Obrador ha sido premiado con la autorización de su nuevo partido político, MORENA. El Peje de nuevo arranca los alaridos frenéticos del pueblo con sus “brillantes” maniobras políticas al parecer inspirado por la frase Keynesiana; “En el largo plazo todos estaremos muertos,” o aún mejor, la de mi abuelo materno, un bronco ganadero latifundista de Sonora; “El que venga atrás que arree.”
El Peje sonriendo con la autorización de su partido en la mano, empieza a dar luz en lo que sería su siguiente paso: !La presidencia.!
Con ese poderoso instrumente, nuestro enhuarachado Marx se dispone ahora a librar la madre de todas las batallas y desrielar las insípidas reformas que Napoleón Peña Nieto ha logrado transitar por un congreso de analfabetas económicos. Después se iría a establecer un esquema similar al que describe ese nuevo Marx, Thomas Piketty, en su moderno manifiesto comunista, "El Capital en el Siglo XXI", exprimir a los que producen para mantener a quienes no producen nada. Y por supuesto, regresar los activos nacionales vía expropiaciones.
En una era de grandes problemas y requiriendo, de nuevo, enormes sacrificios de todos los mexicanos, éste monje loco de nuevo se lanza, armado con su nuevo juguetito, a sentarse en el trono del “Pejelagarto en el país de las maravillas,” embriagando a los ciudadanos en una cruel orgía de populismo, demagogia, pero más grave, con toda la intención de hipotecar aún más el futuro de México.
Pero, ¿Cuál es su motivación de sus actos caritativos? ¿Ganarse el paraíso? El autor Tony de Mello, con sabiduría explora los orígenes de la caridad y concluía el que, de las múltiples razones que la motivan, el último lugar le corresponde a la auténtica intención de hacer el bien. El resto va desde las relaciones públicas, hasta un sentimiento de culpa que invade a "ricos socialistas" estilo Hollywood. Sin embargo, en su larga lista hay dos razones que llaman mi atención: a) El dominar las masas con propósito específico en mente; y, b) La consolidación de lo que Buchanan llama, la economía de la política. (Public Choice)
“La industria de los pobres” ha sido algo muy redituable en México. Produce enormes redes burocráticas con sus correspondientes chambas, prestaciones, suelos, presupuestos, asignación de recursos etc., pero lo más importante; una capa social dependiente y totalmente controlada por esos “compasivos líderes,” especialmente a la hora de votar. Lo que también produce es una concepción de lo más errónea de la verdadera función de un buen gobierno. ¿En qué parte de la constitución de los Estados Unidos Mexicanos nos dice el que el gobierno, como lo escribiera Bastiat, es el responsable de aportar capital para los proyectos, ideas para los pendejos, divertir a los aburridos, proporcionar leche para los niños y vino para los ancianos?
Por favor, no se me juzgue como un descorazonado libertario. EL mismo John Locke afirmaba el que los desamparados tienen cierto derecho de recibir ayuda, pero lo que no dice es que esa ayuda debe emanar del gobierno y peor, se debe legislar la caridad obligatoria. Pero este es un problema más complicado de lo que luce a primera vista. Hay que tirarse el profundo océano de la demagogia para encontrar los orígenes de esta patética situación que lleva a nuestros ciudadanos a depender de la caridad, de los subsidios y, lo más grave, los empuja a buscar su futuro en el odiado EUA. Nuestro sistema económico político ha sido especialista en crear todo tipo y clasificaciones de pobres, y unos cuantos ricos barrigones que día a día luchan por mantener protegidos sus cotos en sus sociedades con el gobierno.
En México seguimos fabricando pobres a un ritmo mayor que las fábricas de autos en Japón. ¿Dónde están los trabajos para estos miserables? ¿Son estos infelices seres producto del agrarismo? ¿De inflaciones galopantes que destruyeron su pequeño patrimonio? ¿De una economía anclada al intervencionismo? ¿De las devaluaciones en cascada que hemos sufrido? ¿De sus líderes corruptos que de un plumazo envían cientos de millones de dólares a campañas políticas? ¿Reyes regionales saqueando los estados?
El problema es real y muy grave; así como igual de real y grave es la situación de las finanzas del país que ahora sabiamente dirige Luisito Videgaray, y la solución no es tan facial como vestir a Tata López de Santa Claus para que inicie el reparto de dulces. Imaginemos que todos los gobernadores de México deciden abrazar las ideas compasivas -legislar la caridad como un acto obligatorio y expropiatorio-, y luego asomémonos a la deuda de los estados. El nuevo partido de Tata López, a través de este esquema populista, pretende financiar su campaña hacia Los Pinos.
La inspiración populista del Peje parece emanada acorde a la famosa anécdota de Don Pedro Durazo, un viejo clásico vaquero sonorense de Pitiquito. Cuando Faustino Félix llegara en su campaña de gobernador a su pueblo natal, Don Pedro, que lo conocía desde su niñez, de inmediato lo aborda con su eterna petición de tirar un bordo en un arroyo cercano para rebalsar el agua. Don Faustino, hombre pragmático, luego de escucharlo le revira: “Pero Pedro, ¿de dónde voy a sacar dinero para esa obra?” El viejo Durazo sin vacilar le responde; “Pos ahí del manoteyo que hacen ustedes.”
¿Manoteyo u otras soluciones Tata Andrés Manuel? Claro! y ahí le van:
Como un reconocimiento a su trayectoria de gran estadista mexicano, Tata López Obrador ha sido premiado con la autorización de su nuevo partido político, MORENA. El Peje de nuevo arranca los alaridos frenéticos del pueblo con sus “brillantes” maniobras políticas al parecer inspirado por la frase Keynesiana; “En el largo plazo todos estaremos muertos,” o aún mejor, la de mi abuelo materno, un bronco ganadero latifundista de Sonora; “El que venga atrás que arree.”
El Peje sonriendo con la autorización de su partido en la mano, empieza a dar luz en lo que sería su siguiente paso: !La presidencia.!
Con ese poderoso instrumente, nuestro enhuarachado Marx se dispone ahora a librar la madre de todas las batallas y desrielar las insípidas reformas que Napoleón Peña Nieto ha logrado transitar por un congreso de analfabetas económicos. Después se iría a establecer un esquema similar al que describe ese nuevo Marx, Thomas Piketty, en su moderno manifiesto comunista, "El Capital en el Siglo XXI", exprimir a los que producen para mantener a quienes no producen nada. Y por supuesto, regresar los activos nacionales vía expropiaciones.
En una era de grandes problemas y requiriendo, de nuevo, enormes sacrificios de todos los mexicanos, éste monje loco de nuevo se lanza, armado con su nuevo juguetito, a sentarse en el trono del “Pejelagarto en el país de las maravillas,” embriagando a los ciudadanos en una cruel orgía de populismo, demagogia, pero más grave, con toda la intención de hipotecar aún más el futuro de México.
Pero, ¿Cuál es su motivación de sus actos caritativos? ¿Ganarse el paraíso? El autor Tony de Mello, con sabiduría explora los orígenes de la caridad y concluía el que, de las múltiples razones que la motivan, el último lugar le corresponde a la auténtica intención de hacer el bien. El resto va desde las relaciones públicas, hasta un sentimiento de culpa que invade a "ricos socialistas" estilo Hollywood. Sin embargo, en su larga lista hay dos razones que llaman mi atención: a) El dominar las masas con propósito específico en mente; y, b) La consolidación de lo que Buchanan llama, la economía de la política. (Public Choice)
“La industria de los pobres” ha sido algo muy redituable en México. Produce enormes redes burocráticas con sus correspondientes chambas, prestaciones, suelos, presupuestos, asignación de recursos etc., pero lo más importante; una capa social dependiente y totalmente controlada por esos “compasivos líderes,” especialmente a la hora de votar. Lo que también produce es una concepción de lo más errónea de la verdadera función de un buen gobierno. ¿En qué parte de la constitución de los Estados Unidos Mexicanos nos dice el que el gobierno, como lo escribiera Bastiat, es el responsable de aportar capital para los proyectos, ideas para los pendejos, divertir a los aburridos, proporcionar leche para los niños y vino para los ancianos?
Por favor, no se me juzgue como un descorazonado libertario. EL mismo John Locke afirmaba el que los desamparados tienen cierto derecho de recibir ayuda, pero lo que no dice es que esa ayuda debe emanar del gobierno y peor, se debe legislar la caridad obligatoria. Pero este es un problema más complicado de lo que luce a primera vista. Hay que tirarse el profundo océano de la demagogia para encontrar los orígenes de esta patética situación que lleva a nuestros ciudadanos a depender de la caridad, de los subsidios y, lo más grave, los empuja a buscar su futuro en el odiado EUA. Nuestro sistema económico político ha sido especialista en crear todo tipo y clasificaciones de pobres, y unos cuantos ricos barrigones que día a día luchan por mantener protegidos sus cotos en sus sociedades con el gobierno.
En México seguimos fabricando pobres a un ritmo mayor que las fábricas de autos en Japón. ¿Dónde están los trabajos para estos miserables? ¿Son estos infelices seres producto del agrarismo? ¿De inflaciones galopantes que destruyeron su pequeño patrimonio? ¿De una economía anclada al intervencionismo? ¿De las devaluaciones en cascada que hemos sufrido? ¿De sus líderes corruptos que de un plumazo envían cientos de millones de dólares a campañas políticas? ¿Reyes regionales saqueando los estados?
El problema es real y muy grave; así como igual de real y grave es la situación de las finanzas del país que ahora sabiamente dirige Luisito Videgaray, y la solución no es tan facial como vestir a Tata López de Santa Claus para que inicie el reparto de dulces. Imaginemos que todos los gobernadores de México deciden abrazar las ideas compasivas -legislar la caridad como un acto obligatorio y expropiatorio-, y luego asomémonos a la deuda de los estados. El nuevo partido de Tata López, a través de este esquema populista, pretende financiar su campaña hacia Los Pinos.
La inspiración populista del Peje parece emanada acorde a la famosa anécdota de Don Pedro Durazo, un viejo clásico vaquero sonorense de Pitiquito. Cuando Faustino Félix llegara en su campaña de gobernador a su pueblo natal, Don Pedro, que lo conocía desde su niñez, de inmediato lo aborda con su eterna petición de tirar un bordo en un arroyo cercano para rebalsar el agua. Don Faustino, hombre pragmático, luego de escucharlo le revira: “Pero Pedro, ¿de dónde voy a sacar dinero para esa obra?” El viejo Durazo sin vacilar le responde; “Pos ahí del manoteyo que hacen ustedes.”
¿Manoteyo u otras soluciones Tata Andrés Manuel? Claro! y ahí le van:
- Que tu compasivo amigo Carlos Slim, tal vez en sociedad con los otros beneficiados como Azcárraga, pague por el costo -sin deducción- de todos los programas que empiezan a emerger, con las utilidades de miles de millones de dólares que se embolsan cada año a costillas de explotar a los usuarios mexicanos al seguir operando sus ilegales monopolios, obtenidos en su amafiada relación con el gobierno.
- Que se abra liberalmente a una "verdadera competencia" el otro monopolio de la Comisión Federal de Electricidad, permitiendo operar en México empresas inglesas, rusas, chinas, americanas, y el gobierno recabe impuestos de empresas produciendo ganancias no infinitas perdidas que tiene que cubrir.
- Igualmente se abra a la competencia el servicio de gasolineras controladas por PEMEX, y los miles de millones de dólares de ahorro para el sufrido pueblo en sus forzadas compras, los utilicen para consumir y de esa forma, realmente activar la economía.
- Legislar al igual que el Singapur de Lee Kuan Yew. El que al político que se pille robando, de inmediato y sin más trámites, sea enviado a cadena perpetua.
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