“Los EEUU le apuestan a su capital humano desperdiciado en estos momentos ante un líder que, lejos de unificar a su pueblo, se ha dedicado a promover y revivir el odio de clases y la división social mientras continua obstaculizando el desarrollo de los negocios vía impuestos, mandatos, regulaciones, prohibiciones, etc.”
RICARDO VALENZUELA
Estados Unidos está transitando por uno de los periodos más difíciles de su historia moderna, en el cual se ha puesto a prueba y tienen que demostrar el verdadero material de su tejido social. Los ataques terroristas del mes de Septiembre 2001, iniciaron la gestación de una recesión que se antojaba pasajera y se veía más bien como una sacudida del árbol para que operara la famosa creativa destrucción de los mercados. Pero cuando millones alrededor del mundo atestiguaron el horror de las naves secuestradas penetrar cual filoso cuchillo el corazón del Centro Financiero del país, el mundo repentinamente había cambiado.
Tal vez el cambio más visible sería el arreciar de una recesión ya iniciada y magnificada por el temeroso comportamiento del consumidor quien ahora llevaba sobre sus espaldas, no solo ese miedo para salir a los Malls esgrimiendo sus tarjetas de crédito en el caso de los individuos, las empresas para invertir, sino además endeudamientos récord en ambos sectores producto de una glotonería del consumidor sin precedentes. Pero además, el fenómeno se repetía en una economía globalizada que ya en aquellos momentos experimentaba el efecto dominó, recorriendo el mundo en una singular cascada de extinción de valores, sueños y realidades.
Los EEUU tal vez se haya recuperado de las pérdidas materiales producto de aquel cobarde acto de agresión, sin embargo, la recuperación de su actitud de lucha y el espíritu guerrero de su gente, parecen todavía perdidas en ese mar de la demagogia política que en estos momentos ha llegado a niveles casi nunca vistos. Pero si revisamos la historia económica del país desde el ataque, podremos entender el derrotismo de la sociedad estadounidense cuando, ausente de líderes visionarios, se entregan de nuevo a la Malasie que les heredara Jimmy Carter.
Cuando el país se sacudía los estragos del ataque terrorista, en el año 2008 le explotaba una debacle financiera que asomaba a otra gran depresión. El país se había ya involucrado en dos guerras que lo desangraban aún más, Afganistán e Irak. Cuando la media anuncia la quiebra de Lehman Brothers aquel triste año del 2008, la avalancha de quiebras se adueñaba de las primeras planas de todos los diarios del mundo. Las irresponsables acciones del FED en sociedad con políticos progresistas, finalmente pasaban la factura y el mundo entero se estremecía ante un posible apocalipsis.
Durante los siguientes meses, un activista Bush I inicia una escandalosa agenda de rescates con la maquina impresora del FED trabajando 24 horas al día, 7 días a la semana. La gente montada en ese pánico que provoca luego las expectativas racionales, en medio de tal locura eligen un nuevo líder a quien identifican casi como Cristo Salvador. Barak Obama emergía como el primer presidente negro en la historia de un país, que durante muchos años se identificara por su racismo. Lo que muchos de los votantes ignoraban, es la agenda con la que Obama iniciaría la segunda gran ola de socialización de su país que llevara la deuda nacional, por primera vez en la historia, a niveles superiores del PIB.
Durante el Siglo XIX, John Stuart Mill abordó el tema de la recuperación de los países ante los desastres y las guerras. Mill afirmaba que las naciones se pueden recuperar si mantienen dos elementos fundamentales: El conocimiento y las habilidades de su población, los motores básicos del desarrollo económico. Los EU mantienen ambos representados por su valioso capital humano, lo que nos sugiere contrariamente a lo que gritaban las aves de mal agüero, el ataque de Septiembre del 2001 no debía ser un serio problema económico en el mediano y largo plazo.
Pongámosle números a la magnitud de aquel desastre. La destrucción de las torres gemelas se estima entre 4 a 5 billones de dólares. La pérdida de activos de las empresas localizadas en las torres y el costo de limpia del lugar, se estima en otros 10 billones de dólares. Incluyendo el daño a los edificios contiguos a las torres y el Pentágono, los aviones perdidos y la pérdida de la capacidad productiva de los masacrados en la tragedia, el costo se eleva a un estimado de entre 45 a 60 billones de dólares. Para tener una perspectiva, el total de los activos físicos de los EU se estima en unos 50 Trillones de dólares, y el total de los activos productivos incluyendo el capital humano, nos llevan a unos 120 Trillones. Entonces, aun una pérdida de 60 Billones solo representa menos del 0.2% de los activos físicos y el 0.06% del total de los activos productivos de EEUU.
En ese contexto el problema para los EEUU no debió ser el vía crucis que tanto cantaban sus enemigos. Sin embargo, repito; el mundo ha cambiado y ese cambio es algo que directamente afecta a México. Bush, antes de los ataques terrorista había declarado que para EEUU “no había relación más importante que la de México.” Well, not any more. De inmediato México se relegó al sótano de las prioridades y preocupaciones de la Casa Blanca. Durante los últimos doce años, México ha estado ausente de la agenda primordial de la Casa Blanca.
Ahora ¿Cuál es el panorama para ambos países en este nuevo año 2014?
Los EEUU le apuestan a su capital humano desperdiciado en estos momentos ante un líder que, lejos de unificar a su pueblo, se ha dedicado a promover y revivir el odio de clases y la división social mientras continua obstaculizando el desarrollo de los negocios vía impuestos, mandatos, regulaciones, prohibiciones etc.
Crecimiento económico se logra cuando aumenta la producción de bienes y servicios. El crecimiento económico va acompañado de una mejora de las condiciones de vida. Ese crecimiento puede lograrse aumentando la cantidad de factores productivos (trabajo y capital físico), mejorando la calidad de dichos factores y aumentando la eficiencia con la que éstos se combinan en los procesos creativos.
El concepto de capital humano fue esbozado a mediados del siglo pasado por Theodore Schultz y Gary Becker, ambos laureados con el premio Nobel de economía. De acuerdo con el trabajo de estos autores, gran parte del crecimiento económico de las sociedades occidentales podía explicarse si se introducía una variable llamada capital humano, correlacionada con el nivel de formación especializada que tenían los agentes económicos o individuos de una sociedad.
Los estadounidenses ante un país confrontado y experimentando la recuperación más raquítica de su historia, un país que ya no figura entre los diez primeros en el índice de libertad económica y endeudado como nadie se imaginó, le apuestan a las elecciones de medio término en Noviembre de este año, a la elección presidencial del 2016, le apuestan a su capital humano.
¿Y México? Quien sabe que ocurrencias desenfundaran nuestros líderes, porque ideas trascendentes nunca han tenido
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