Monday, November 21, 2016

Hacia arriba o hacia abajo




DESPUÉS DE LOGRAR LA DEMOCRACIA Y DOS ADMINISTRACIONES DE LA ESPERANZA, CONTINUAMOS COMO LA CANCIÓN DE JOSÉ ALFREDO: NADA ME HAN ENSEÑADO LOS AÑOS, SIEMPRE CAIGO EN LOS MISMOS ERRORES.”

RICARDO VALENZUELA
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Corría el año de 1979 cuando una desconocida mujer asumía la responsabilidad como Primer Ministro de Inglaterra, en el centro de un huracán económico mundial. Nadie imaginó el dominó de acontecimientos que este evento representaba y, mucho menos, el material de la configuración de esta dama. Margaret Thatcher ahora residía en el 10 Downing Street de la ciudad de Londres, y dese ahí inicia su cruzada en contra del aparato socialista que estrangulaba al Reino Unido.




Al año siguiente un desconocido actor era elegido presidente del país más poderoso del mundo. Ronald Reagan se convertía en el presidente #33 de los Estados Unidos. Solo unos cuantos observadores políticos habían tomado medida de su intelecto cuando, en 1964, en apoyo a Goldwater, pronunciara un histórico discurso titulado: “Tiempo de decidir”. En el mensaje definía claramente su motivación ideológica cuando afirmaba: “Los padres de la patria sabían que el gobierno no puede controlar la economía sin controlar la sociedad. Igualmente sabían que cuando el gobierno se da a esa tarea, debe usar la fuerza y coerción para lograrlo. Hemos arribado al momento de decidir. Se nos ha dicho debemos elegir entre izquierda o derecha, pero no es así. Solamente existe hacia arriba o hacia abajo. Arriba hacia el viejo sueño del hombre de máxima libertad individual con orden y prosperidad, o, abajo hacia el totalitarismo, la opresión y la miseria”.
Al inicio de la década de los años 80, esta pareja iniciaba una gran cruzada que produciría una ola de repercusiones mundiales. Desde la caída del comunismo, el inicio de la transformación de China y la India, el abrazo frontal de los países nórdicos a ese liberalismo y abandonaban sus políticas social-demócratas, hasta una ola de esperanza en América Latina que despertaba una nueva generación de políticos que creían más en el mercado y menos en el estado.
En un lejano país del cono sur de nuestro continente, se desarrollaba ya un fenómeno que provocaba la rabia de los clásicos estatistas de la región. Augusto Pinochet, después de ejecutar un golpe de estado, entregaba el manejo de la economía a un grupo de liberales que se darían a conocer como, Los Chicago Boys de Chile, puesto que todos ellos portaban doctorados en economía de la Universidad de Chicago. Todos ellos habían sido discípulos de dos de los economistas liberales más prestigiados del mundo, Milton Friedman y Arnold Harberger, fundadores también de la Alianza Álamos en mi tierra de Sonora.
Las políticas que implementaban los Chicago Boys provocaban neurosis a los estatistas de la tristemente célebre CEPAL, encabezados por el neo marxista Raul Presbisch y sus teorías de la dependencia y sustitución de importaciones, con las que habían empantanado toda América Latina. Chile se había anticipado a los eventos que provocarían Reagan y la Thatcher en su camino de liberación de sus países, e inclusive, hay serios analistas que se atreven a identificar las reformas chilenas, como la inspiración de la fallida y desvirtuada ola “neoliberal” que cubriera América Latina a finales de las décadas de los 80s y 90s.
El 31 de diciembre de 1993, el presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, se preparaba para celebrar el año nuevo y tenía motivos para hacerlo. El país lucía muy diferente al que recibía en su toma de posesión cinco años atrás. La inflación galopante había sido controlada, el peso se había estabilizado, el déficit del presupuesto se convertía en superávit, la impagable deuda había sido consolidada y reestructurada, el TLC iniciaba su implementación el día siguiente, se habían privatizado infinidad de empresas estatales que producían pérdidas y desangraban el país, la economía de nuevo crecía.
En esos momentos uno de los miembros del Estado Mayor Presidencial se aproxima al presidente para entregarle un parte, un parte de guerra. Explotaba una guerrilla en el estado de Chiapas que tendría eco internacional. Se iniciaba así uno de los periodos más tristes de la historia de México; la ejecución del plan de saboteo en contra de las reformas liberales implementadas los últimos años. Al estallido de la guerrilla le precedían acciones más agresivas y vergonzosas y, en el segundo acto de la tragedia, se producía el asesinato de Colosio provocando luto nacional y repudio internacional. Le seguirían otras acciones culminando con el asesinato de Ruiz Massieu, provocando, entre otras cosas, arreciara la fuga de capitales que ya peligrosamente presionaba al peso.
Acciones similares explotaban en toda América Latina contra las reformas liberales implementadas. Sin embargo, el presagio más claro de la lucha por la regresión y su futuro, se presentaba en Venezuela donde un oscuro militar intentara derrocar el gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez, ¿su nombre? Hugo Chávez. La regresión ya se daba en la Argentina de Menem, Brasil de De Melo, El Salvador de ARENA, Bolivia de Quiroga, etc. A pesar de los gobiernos socialistas elegidos al recuperar su democracia, el único país que permanecía inmune a esa nueva plaga era Chile. En ese país las reformas llegaban a las profundidades del estatismo. En el resto de América Latina se implementaban a medias, abonando un fértil campo para el regreso de los Perfectos Idiotas Latinoamericanos.
Y vaya que llegaron. Atestiguamos regresiones prácticamente en toda América Latina. Pero las más preocupantes, Chile y México. Chile bajo el segundo mandato de Bachelet, nacida en la Alemania Oriental de Enrich Honecker, se quita la careta y ropajes de moderada para arremeter contra la estructura liberal que convirtió al país en, El Milagro Chileno. El caso de México es aún más triste. Después de lograr la democracia y dos administraciones de la esperanza, continuamos como la canción de José Alfredo: “Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores.”
El nuevo PRI está de regreso maquillado por los expertos de Televisa, que con sus mágicas habilidades fabrican belleza donde no existe. Fabrican glamur donde no lo hay. Tratan de fabricar integridad pero no saben cómo. Tratan de fabricar estadistas, pero no tienen material. Fabrican héroes de telenovelas ante una sociedad sedienta de ellos, pero cuidado, como afirmara Jefferson, “tierra necesitada de héroes, es tierra maldita.”
En su reciente viaje a Inglaterra, una periodista le pregunta a Peña ¿Qué opina de las nuevas políticas monetarias de los bancos centrales, y cómo afectarán a México? El presidente sudando de nervios responde; “Yo no opino de esos temas tan técnicos pues los manejan los expertos.” Traducción: No entiendo ni sé ni madre de economía. La regresión viene con todo hasta la ignorancia de Echeverría cuando comentara: “Las finanzas del país se manejan en Los Pinos.” Pero Presidente, recuerde el grito de Carville; “Es la economía estúpido”, pues hay que decidir si vamos para arriba o para abajo.

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