REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
“Dad de comer al hambriento.”
Jesus de Nazareth
“There is no free.”
Milton Friedman
Tata Lopez Obrador de nuevo arranca los alaridos frenéticos del pueblo, ahora con una mas de sus “brillantes” maniobras políticas al parecer inspirado por la frase Keynesiana; “En el largo plazo todos estaremos muertos,” o aun mejor, la de mi abuelo materno, un bronco ganadero latifundista de Sonora; “El que venga atrás que arree.” La semana pasada como parte del plan general de su peronismo echeverriísta defeeño, con alegres pitos y bambarrias anunciaba el arrecio de su tercermundista New Deal, ahora tendiendo una gran manta de compasión a los olvidados viejitos de la ciudad de México.
No cabe duda que la demagogia irresponsable paga……cuando menos en el corto plazo como lo indicaba Keynes. Pero en fin, el que venga atrás que arree los becerros rezagados y recoja los pajosos de los caballos, cuando ya nosotros estemos en el aguaje. En una era de grandes problemas y requiriendo enormes sacrificios de todos los mexicanos, éste monje loco decide establecer su coto personal del “Pejelagarto en el país de las maravillas,” para embriagar a los ciudadanos de la capital en una cruel orgía de populismo, demagogia, pero mas grave, hipotecando aun mas su futuro.
Pero, ¿Desde cuando Tata Lopez se convirtió en ese compasivo ser? ¿Cuál es su motivación con semejante acto? ¿Indulgencias? ¿Ganarse el paraíso? Hace años leyendo una de la obras de Tony de Mello, el autor con sabiduría exploraba el los orígenes de la caridad y, concluía el que, de las múltiples razones que la motivan, el último lugar le correspondía a la auténtica intención de hacer el bien. El resto iba desde las relaciones públicas, hasta una egoísta forma de buscar “el sentirme bien.” Sin embargo, en su larga lista hubo dos razones que llamaron mi atención: a) El dominar las masas con propósito específico en mente. B) La consolidación de lo que Buchanan llama, la economía de la politica. (Public Choice)
“La industria de los pobres” ha sido algo muy redituable en Mexico. Produce enormes redes burocráticas con sus correspondientes chambas, prestaciones, suelos, presupuestos, asignación de recursos etc, pero lo más importante; una capa social dependiente y totalmente controlada por esos “compasivos lideres,” especialmente a la hora de votar. Lo que también produce es una concepción de lo más errónea de la verdadera función de un buen gobierno. ¿En que parte de la constitución de los Estados Unidos Mexicanos nos dice el que el gobierno, como lo escribiera Bastiat, es el responsable de aportar capital para los proyectos, divertir a los aburridos, proveer leche para los niños y vino para los ancianos?
Por favor, no se me juzgue como un descorazonado libertario. EL mismo John Locke afirmaba el que los desamparados tienen cierto derecho de recibir ayuda, pero lo que no dice, es que esa ayuda debe emanar del gobierno y peor, se debe legislar la caridad obligatoria. Pero este es un problema más complicado de lo que luce a primera vista. Hay tirarse el profundo océano de la demagogia, para encontrar los orígenes de esta patética situación que lleva a nuestros ciudadanos de la tercera edad, a depender de la caridad y sobre todo, de los demagogos. Nuestro sistema económico político ha sido el especialista en crear todo tipo y clasificaciones de pobres—y unos cuantos ricos barrigones que dia a dia luchan por mantener protegidos sus cotos.
¿Dónde están las pensiones del Seguro Social de toda esta gente? O mas grave aun; ¿Dónde están los hijos de estos abandonados ciudadanos caminando el último tramo de su vida? ¿Dónde quedó aquella hermosa tradición tan mexicana de honrar a nuestros padres? ¿Son estos infelices seres rabiando de pobreza producto del agrarismo? ¿De inflaciones galopantes que destruyeron su pequeño patrimonio? ¿Del sindicalismo? ¿De las devaluaciones en cascada que hemos sufrido? ¿De sus líderes corruptos que de un plumazo envían cientos de millones de dólares a campañas políticas? ¿De una economía nacional que, como el Pejelagarto se finca en el país de las maravillas?
Pero el problema es real y muy grave; así como igual de real y grave es la situación de las finanzas del país, y la solución no es tan facial como vestir a Tata Lopez de Santoclos para que inicie el reparto de dulces. Imaginemos que todos los gobernadores de Mexico deciden hacer lo mismo—legislar la caridad para que se convierta en un acto obligatorio y expropiatorio. El gobierno de Tata Lopez a través de este novedoso esquema, pretende financiar su campaña hacia Los Pinos de forma subliminal y por anticipado.
¿De donde tomaría Tata Lopez inspiración para semejante acto de estadista? Sin duda la planeación financiera la debe haber establecido acorde a la famosa anécdota de Don Pedro Durazo, un viejo clásico vaquero sonorense de Pitiquito. Cuando Faustino Felix llegara en su campaña de gobernador a su pueblo natal, Don Pedro que lo conocía desde su niñez, de inmediato lo aborda con su eterna petición de tirar un bordo en un arroyo cercano, para rebalsar el agua. Don Faustino hombre pragmático, luego de escucharlo le revira: “Pero Pedro, ¿de donde voy a sacar dinero para esa obra?” El viejo Durazo sin vacilar le responde; “Pos ahí del manoteyo que hacen ustedes.”
¿Manoteyo u otras soluciones Tata Andre Manuel? Claro y ahí le van:
1) Que su compasivo amigo Carlos Slim, tal vez en sociedad con Cabal Peniche, pague por el costo—sin deducción-- de tan admirable programa con las utilidades de miles de millones de dólares que se embolsa cada año, a costilla de explotar a los usuarios mexicanos al seguir operando con impunidad, el ilegal monopolio obtenido en su amafiada relación con el gobierno.
2) Que se abra liberalmente a la competencia el otro monopolio de la Comisión Federal de Electricidad, permitiendo operar en Mexico empresas inglesas, Rusas, Chinas, Americanas, y de los miles de millones que se ahorren los usuarios al poder contratar su servicio con tales empresas, se tome una parte para financiarlo.
3) Igualmente se abra a la competencia el servicio de gasolineras controladas por PEMEX, y de los miles de millones de dólares de ahorro para el sufrido pueblo en sus forzadas compras, se tome también una parte y darle una mano a los vejados ancianos de todo el país, no solo del coto del Pejelagarto en el país de las maravillas.
4) Legislar al igual que el Singapur de Lee Kuan Yew. El que los hijos que no se hagan responsables de sus ancianos incapacitados padres teniendo la posibilidad, se les pueda demandar ante las cortes mexicanas y obligarlos a que cumplan con esa responsabilidad.
De otra manera, deberá salir de ahí, del manoteyo que hacen de forma genial los compasivos perredistas en el DF engrosando la monstruosa deuda debajo de la alfombra. Pero favor de recordar a Milton Friedman: “There is never, ever, a free lunch.”
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