REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
A punto ya de cumplirse dos semanas de las elecciones mexicanas de medio término, analistas nacionales e internacionales se quiebran la cabeza con sesudas interpretaciones de lo sucedido, en una jornada que nos deba dejar importantes lecciones. La primera es muy clara, el hartazgo del electorado de todos los partidos y lo expresa despreciando el sistema político mexicano al ausentarse de las urnas.
Uno de mis amigos experto en el juego de la política, asegura algo que nos puede dar la pista para la segunda lección: “Ya no hay ideología en los partidos mexicanos y la estrategia es simplemente llegar al poder a costa de lo que sea. Después todos actúan de la misma forma.” Es decir, el menú político de Mexico no tiene variedad y como el chiste del paisano en EU--quien al no hablar inglés, debía comer lo único que era capaz de ordenar; “coffe and donuts”--el votante mexicano se debe conformar con el mismo plato, pues los cocineros portan una sola y enchilosa receta--.
Pero ahí es donde el camino se torna brumoso y confunde profundamente. La derecha e izquierda tradicionales parecen haber intercambiado indumentaria y al momento de llegar al baile, nadie sabe ya quien es quien. Tenemos en los EU la historia de la administración de Bill Clinton quien arribara al poder cantando odas a Marx, y al abandonarlo lo hiciera rezando en el altar de Milton Friedman y Federico Bastiat.
Pero nuestro caso es por demás interesante. Vicente Fox bajaba del macho a los revolucionarios supuestamente representando un partido de la derecha, sin que alguien pueda definir lo que significa esa derecha. Sin embargo, como lo afirma la periodista Anastasia O’ Grady, en el camino algo sucedió que de inmediato lo catapultó hacia un populismo contrario a todo lo ofertado en su campaña, y no visto desde la era de Echeverría. Desde la elección hace tres años, los análisis se multiplican tratando de encontrar explicación del cambio de Fox—candidato al Fox—presidente, sin que alguien realmente lo pueda explicar.
En Inglaterra Tony Blair ante el pavor de lo empresarios llegaba al poder con la etiqueta de centro—izquierda, para luego sorprender con sus políticas que hacen palidecer las de la Thatcher, y lo identifican como un verdadero libertario. Ya Felipe Gonzáles lo había hecho en España y hoy día como ex presidente, recorre el mundo entero alertando a partidos políticos de la vieja izquierda recalcitrante, el modificar su ropaje, untarse el maquillaje y entender al mercado.
Pero tal vez la pista más certera la encontremos en un escrito de Anthony Giddens, Presidente del London School of Economics y padre de la famosa “tercer vía.” Gideens al igual que Keynes pero casi 50 años después, emergía con una fórmula mediática entre capitalismo y socialismo para conciliarlos. Las ideas de Giddens no muy alejadas de las de Lord Keynes de un estado fuerte pero no expropiador sino respetuoso, seducían a infinidad de pensadores y políticos a nivel mundial, especialmente a los japoneses.
Pero Giddens ha exhibido una sabiduría no vista en las anacrónicas derechas mundiales. Ha tenido la habilidad para entender los cambios de una sociedad internacional que, armada de la tecnología y a la velocidad de la opresión de una tecla, transforma los panoramas del mundo. Señala Giddens la diferencia en la fisonomía mundial de la era de Clinton despachando en la oficina oval, y once de los países de la Unión Europea gobernados por partidos considerados centro—izquierda. Pero ahora un Republicano ocupa la Casa Blanca y según él; la derecha domina Europa y se pregunta; ¿la tercera vía ha muerto?
Responde luego con rotundo no. La Tercera Vía continúa, es ahora impulsada por la innovación de sus políticas y la necesidad de reaccionar ante los cambios. Pasa luego al describir esta rehabilitada avenida, y me parece estar escuchando a uno de los mas convencidos libertarios. Habla de la renovación del Estado y del gobierno para hacerlos mas eficientes, democráticos y sobre todo, responsables ante los votantes. Describe políticas económicas que como consecuencia del crecimiento, fluyan creando riqueza y empleos acompañados con reformas de los mercados laborales, para hacerlos mas flexibles y competitivos.
Afirma también el compromiso de su nuevo movimiento con la disciplina fiscal de los gobiernos, la inversión en servicios públicos pero, acompañados de reformas que los hagan eficientes, o sean absortos por el mercado. Insiste en las neurálgicas inversiones en capital humano como algo crucial para poder competir con eficiencia en la nueva economía del conocimiento. Punto especial de su reforma, es el lograr exponer con nítida claridad algo hasta ahora confuso; “el balance entre los derechos y las obligaciones de los ciudadanos.”
En algo realmente sorprendente, Giddens lleva a cabo una feroz crítica de las derechas europeas—que al describirlas, dibuja claramente el foxismo--a las que acusa de regresar al “gobiernitis” en una ola de histeria y populismo. Los puntos de esta “revuelta populista” continúa, son las ansiedades manifiestas acerca de temas como el comercio mundial, migratorios, multiculturalismo. Luego exhiben una sospechosa inquietud acerca de los mecanismos democráticos ortodoxos, y la manifiestan como temor de perder su identidad nacional y algo peor, un pánico al impacto de la globalización sobre sus mercados “tan estables.”
En un mundo ya tan lejano a lo tradicional en el cual el jugador mas alto de la liga profesional de Basket ball es chino, el cantante de rap más exitoso es blanco, y los mariachis japoneses recorren el mundo cosechando éxitos. En esta nueva escena global en la cual las derechas actúan como el obtuso presidente de Francia o el populista de Mexico, y las “izquierdas inteligentes” avanzan con las banderas de Adam Smith, es para llevar a cabo una profunda introspección. No se puede ausentar la ideología de la política y las izquierdas lo entienden. Tony Blair es el gran maestro de la comunicación de sus ideas, pero luego las ejecuta con gran congruencia.
Estos izquierdistas del siglo XXI luego de practicar su liberalismo social, ahora han hecho las pases con el liberalismo economico finalmente aceptando el mercado, aunque lo quieran guardar como secreto a voces. Fox ahora tiene la alternativa de elaborar su acordeón observando a esos modernos “izquierdistas libertarios”, o jalar el mismo arado que Lopez Obrador repartiendo regalitos que los hagan populares. Mientras los mexicanos con los pies sumergidos en una plancha de cemento fresco, con frustración observan cómo el mezclado se seca para dejarlos inmóvil y atrapados en una regresión al siglo XIX. Y eso es lo que han expresado en las urnas.
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